Aquella niña....


Me sentía absorta, abstraída, desayunando en una mañana fría en un bar del Centro, observando el gran alboroto de unos escolares que partían de excursión.
El ómnibus llevaba ya media hora de retraso esperando a los rezagados. Finalmente, después de varios bocinazos, partió pesadamente, con una carga bulliciosa de chicos que se apretujaban unos contra otros.
De pronto surgió no sé de donde una niña que corría desesperada para poder alcanzarlo. Algunos la vieron y le gritaban que corriera más rápido. El coche aminoró un poco la marcha. La niña corriendo chocó sin quererlo contra un viejo envuelto en diarios que estaba tirado semidormido en la vereda. En su carrera volteó una botella casi vacía que tenía el hombre a su lado, que se partió dejando trozos filosos y punzantes.
Ella se detuvo y volvió la mirada hacia él. No lo pensó. Fue solo un instante. No dudó. Retrocedió a juntar los vidrios para que el viejo no se lastimara al despertarse. Preocupada por su tarea, sólo alcanzó a sentir cuando el ómnibus nuevamente aceleró la marcha y ya no podía alcanzarlo.
Por unos momentos quedó inmóvil observando como se alejaba. Estaba triste y desconcertada. Luego, acomodando su mochila, miró al viejo, sonrió apenas con un movimiento de hombros, y emprendió el regreso lentamente.
No creo en los ángeles, pero mientras viva sostendré que vi uno aquella mañana.