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Inicio / Cuenteros Locales / vascofrances / AQUEL, MI CREPÚSCULO

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Era un verano, como tantos, allá en medio de la casi nada,donde el fuerte y vigoroso verde del campo, salpicado de hermosos,esbeltos y robustos árboles, se junta a lo lejos con el azul claro del cielo del atardecer. Mis pequeños ojos de niño miran y pueden observar ese milagro de cada día, que hoy lentamente me cuesta apreciar por mi tiempo y por la inmensa y populosa ciudad con sus altos, flacos y desgarbados edificios sin rostro,sin color , sin vida, que me impiden ese espectáculo.
Un fuego vivo se abría desde el poniente,lentamente,como queriendo dejar pasar el tiempo, que transcurriera sin prisas, sin apuros, sin vergüenzas. El paisaje se inflama, los pájaros presienten el final del día, y apuran sus
últimos bocados para poder llevarlos al nido con pichones o para ellos mismos.
Lentamente comienzan a aparecer los animales de la noche, sobre el pasto crecido o sobre las ramas de los árboles, donde se puede divisar a los lejos a la futura presa. El pequeño caserío, lejano, desparramado y coqueto a la vez va cambiando
de colores, se pone rosa, lila, mientras las arboledas distantes apenas se divisan en un vago tornasol.
Los hombres apuran su tranco tratando de terminar con sus faenas,como siempre a decir de los mismos, sin poder finalizar, pensando ya en esos sabrosos y amargos mates de anécdotas y cuentos de fogón.
Mientras tanto, las mujeres juntan sus ropas colgadas a secar, como banderas multicolores
que apenas flamean al casi nulo viento del crepúsculo veraniego y se apuran a preparar la cena, quizás escasa, pero siempre sabrosa y fuerte, para así reparar energías perdidas, de transpiración y sudor de labores de campo y domésticos.
Los niños apenas se dejan ver, pues las tardecitas veraniegas de vacaciones
son tentadoras para tirar el anzuelo en las mansas aguas del arroyo,escasas por la época y verdes por el reflejo multicolor de árboles, conocidos por citadinos solo como de monte, sin conocer sus verdaderas esencias,sus olores, sus aterciopeladas y también vigorosas y espinosas hojas y ramas,
y sus verdaderos nombres(espinillo, coronilla, molle, sauce llorón, quebracho, etc.)bajos, doblados, silenciosos, pero fuertes como la misma gente del lugar.-
El cielo comenzaba a quedar nublado de una sangre efímera que se pinta como en el mejor cuadro de famosos pintores que reflejaron en sus manos y diestros pinceles lo que sus mentes guardaban con gozo. Llega, y uno se embelesa en ese momento divino, que me deja los ojos encantados,atónitos, apenas tratando de producir un rápido y pequeño pestañeo, como para no perder nada o lo menos posible de ese mágico instante, y arde,
arde como una rosa incandescente que se consume, que poco a poco va cerrando sus pétalos, pero que me da la impresión,
esa maravillosa impresión , y es a tal punto, de esperar a abrirse y deslumbrar.Silencio, el campo duerme, solo sonidos de grillos, búhos y ranas parecen vitorear semejante obra.
A terminado el espectáculo, espero ansioso el mismo final de un próximo día.-



Texto agregado el 10-08-2012, y leído por 75 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
05-09-2012 Creo que pones demasiadas comas. También es cierto que hay muchos adjetivos e igual lo requieren. A pesar de eso, me gustó. Beautysname
 
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