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Inicio / Cuenteros Locales / Ummagumma / La Zarigüeya y la Comadreja siguen conversando

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La Zarigüeta baja de las montañas cual Zarathustra, reconstruida de su retiro espiritual y dispuesta a asesinar a los dioses. O por lo menos a conseguir una Coca light, todos sus fanáticos conocerán bien su fascinación con esa bebida. Baja de las montañas en medio de la noche, mientras todo el bosque duerme, y esperar encontrar a nadie camino a su madriguera. Pero un presentimiento extraño la invade, ella sabe, ella sabe que en el tronco de siempre encima en el pantando alguien espera que la luna deje de jugar a las escondidas con las nubes, pero sin saber que en verdad debería estar mirando al oeste y no al este. Zarigüeya sabe, ¡oh sí que Zarigüeya sabe! Zarigüeya sabe a quién busca, y a quién encontrará, Zarigüeya que destruye a los transmundanos, que reivindica su tierra y su cuerpo como un todo asexuado – porque el mundo no tiene por que ser EL mundo – y se regocija y revuelca en él (o ella) con todo el desparpajo que solo un roedor del mundo puede mostrar. ¡Zarigüeya sabe y ha bajado desde la montaña siguiendo el llamado misterioso de la noche! Así como también el misterioso llamado de la entraña. Sobre el tronco de siempre, lo encuentra.

Zari: Sabía que estarías aquí, Comi. Algo me lo decía.

Comi: Quizás sea porque siempre estoy aquí, Zari. Es casi como mi casa.

Zari: Tú sabes a lo que me refiero. ¿Qué nos cuenta la luna esta noche?

Comi: Complicado. En realidad, he estado meditando sobre muchas cosas. Soy una comadreja que medita. Y te he estado extrañando para hacerlo, desde que te perdiste en las montañas en busca del dragón. Pero está bien, entiendo que todo fue por una causa noble.

Zari: Tenía escamas de oro, pero igual lo maté. Es más, te traje un collar hecho con sus escamas, pensé que te gustaría.

Comi: Muy amable de tu parte. Supongo que ahora estás dispuesta a gobernar el mundo.

Zari: Ahora que el viejo dragón ha muerto, por qué no. Pero no te me distraigas demasiado, Comi, cuéntame, que nos aqueja hoy día.

Comi: ¿Esto podrá considerarse un diálogo platónico? Me pregunto que diferencia a un diálogo cualquier de un diálogo platónico . . .

Zari: Voy a arriesgarme en esto y decir que quizás, solo quizás, sea el hecho de que son escritos por Platón.

Comi: Demonios. No había pensado en eso.

Zari: Yo tampoco hasta que lo mencionaste, si te sirve de consuelo. ¿Te molesta si pongo un poco de música?

Comi: Por supuesto que no, tú sabes dónde están los discos. No me molestaría un poco de tango, si te parece.

Zari: Por mí genial. Necesito una dosis urgente de endorfina, aunque en verdad estoy bastante relajada. Todo es parte de las dichas de poder zurrarse un poquito en el mundo. Aunque tengo que confesar que conforme se acerca el día, me asusto de a pocos cada vez más . . .

Comi: ¿Te refieres al día en que . . .?

Zari: En efecto, el día en que tendré que abandonar el bosque en busca de árboles más altos, de nuevos roedores y nuevos troncos que roer. Pero es tan difícil . . . ¡cómo abandonar mi bosquecito querido, en el cual por tanto tiempo he vivido! Ya sé que no es el mejor de los bosques, pero igual, tiene mucho valor para mí. Es contradictorio: a pesar de lo mucho que te hace odiarlo, finalmente no puedes sacarle de tu ser de ninguna manera. ¿Será algún tipo de masoquismo? No lo sé, pero añoro mi pequeño caos aquí dentro. Que los árboles crezcan sin ningún tipo de orden, que el agua de los pantanos esté más sucia que el fondo de las madrigueras, que sea la madriguera misma de tantas criaturas. Y las criaturas más extrañas, carroñeras, cazadoras, una que otra vegetariana que eventualmente es consumidad por las carroñeras o cazadoras, unos que vuelan, otros que se hacen volar, unos que andan y otros que se hacen jalar, todos son tan distintos y tan irreales al mismo tiempo. Uno no puede aburrirse en este bosque. Es como vivir en una mala parodia de lo que es el mundo real.

Comi: ¿O una mala realización de lo que es el mundo paródico?

Zari: Vale. Me da mucho miedo cómo será mi otro bosque, mi otra madriguera, con qué roedores tendré que vivir. ¿Qué pasa si no me quieren? ¿Si tratan de comerme? ¿Si me botan de la madriguera porque resulta que a ellos no les gusta la Coca light o tienen algún tipo de conflicto con que yo acostumbre acomodar mis cosas dentro de una gran montaña cuyo acceso es totalmente imposible y suelen crecer criaturas extrañas dentro pero que sin embargo luego podemos comer siempre y cuando no nos encariñemos con ellas porque cuando comienzan a saludar se vuelve un poco más complicado eliminarlas? ¿Qué hago?

Comi: Bueno, pues es obvio, creo yo . . .

Zari: No, Comi, no creo que sea tan sencillo como golpearlos en la cabeza con un ladrillo o algo por el estilo.

Comi: Demonios. Bueno, entonces plan B. Siempre puedes llamar a la Comadreja. Ya sé, ya sé que nos separa un gran pantano y cuestiones de aduanas entre bosques y valles pero al margen de eso siempre puedo encontrar una que otra manera para ayudarte cuando tu gran ruma de cosas cobre vida e intente asesinarte. Aparte, espero pronto poder estar más cerca, un par de bosques al sur si todo sale bien – esperemos que todo salga bien – y entonces podremos sencillamente irnos a pasear por los valles y los lagos y enterrarnos en las montañas de nuevo y matar hartos dragones, porque estoy harto de todos los dragones.

Zari: Eso siempre es bueno de saber, Comi, thanks.

Comi: Aparte, no debes preocuparte demasiado, Zarigüeya. Al fin y al cabo, yo te conocí, ¿o no? Creo que sí, hasta donde me acuerdo, aunque no puedo decir que me acuerde exactamente cómo o cuándo, pero creo que fue más que nada un proceso. Interesante, ¿no? Cuando uno se pone a pensarlo así, hacia atrás, trata de ordenar los thoughts. Ya es un buen tiempo ya. Mira tú. Cómo diablos has hecho para aguantarme todo este tiempo, nunca lo entenderé . . .

Zari: Siempre tú con la autoestima, Comi.

Comi: Tú sabes cómo es. Pero sí, ha pasado un tiempazo. Y fuera de huevadas, al principio yo pensé que te caía mal. A veces tengo ese efecto en la gente. Frecuentemente pienso esto debido a mi propia inseguridad. Pero bue, mira tú, eventualmente fuiste la Zarigüeya y yo la Comadreja, no veo ninguna necesidad de cambiar eso ahora, sino todo lo contrario, ¿no crees? A veces uno encuentra mentes desquiciadas como la propia y no es bueno dejarlos desaparecer así nomás, por lo menos no mientras uno no ha terminado aún de volverse loco y alcanzar la genial capacidad de poder inventar sus propios amigos desde la mente. Sé que tenía un punto con todo esto, pero creo que lo estoy perdiendo.

Zari: No te preocupes, Comi, creo que entiendo bien lo que quieres decir. Y espero que sepas que yo pienso lo mismo.

Comi: Bueno, espero que en algún momento me informes de lo que quería decir, pero en cualquier caso, sea lo que sea, me alegro mucho entonces.

Zari: Espero que no te olvides de mí, Comi, cuando me vaya lejos.

Comi: ¿Cómo podría, Zari? No creo que sea realmente posible. Bueno, sí lo es, técnicamente hablando. En realidad yo tengo muy mala memoria. Pero ese no es el punto. El punto es que tú ya no eres parte de la memoria, pues, roedor del mundo, sino de la estructura. Ahí radica la principal diferencia.

Zari: Me hace acordar a un chiste de Mafalda. Pero no me acuerdo cómo iba. Algo de remendar armazones, o algo así.

Comi: Sí, algo me suena. Pero entiendes mi punto, y eso es lo que importa. Ha pasado harto tiempo ya desde cuando yo pensaba que no te caía y que te convertiste en la Zarigüeya que eres hoy y con la cual converso, y creo que hemos pasado por harto, ¿no? Buenas y malas. Me has ayudado bastante, en verdad. No solo externa sino en gran medida para la autocomprensión. No es tarea fácil, ¿sabes? Debes haberte dado cuenta que tengo hartos problemas en el coco . . . pero en mí defensa, tú también, así que en alguna medida nos damos.

Zari: Quizás ninguno de los dos existe realmente, sino que somos tan solo manifestaciones bizarras y roedorescas de las personalidad múltiple de alguna pobre víctima de nuestros devaneos psicofilosóficos. Si es así, pobre.

Comi: Si, no creo que debamos desearle un mal así a nadie, en verdad.

Zari: Pero tú y yo sabemos que eventualmente traeremos bien a este y todos los bosques del mundo, femenino, masculino, homosexual, transexual, bisexual, trisexual, conferencia tripartita, lo que escoja ser este planeta y que respetaremos plenamente. Porque necesita de nuestra ayuda, y no es una cuestión de soberbia ni mesianismos ni nada por el estilo, pero mira nuestro pobre bosque. Está bien que sea adictivo en su caos y todo, pero igual, necesita nuestra ayuda. ¡Y los demás bosques también! ¡No puedo quedarme sentada cruzada de patas mientras unos pobres inútiles se encargan de dilapidar y destruir todo aquello que nos pertenece a todos!

Comi: Ajá. ¿Y qué estamos haciendo para evitarlo?

Zari: Ay, ahorita no Comi, me da flojerita. Tú sabes cómo es . . .

Comi: Sí, claro que sí, yo acabo de comer, no tengo ni ganas de moverme. Pero como siempre, tu persistencia me resulta fascinante.

Zari: Gracias. Pero entiendes mi punto. No quiero quedarme con las patas cruzadas, en serio, tenemos que hacer algo, tenemos que hacer mucho. ¿Por dónde empezamos? En verdad no tengo idea, ese no es un buen comienzo, pero estoy seguro que tú me ayudarás a ordenarlo un poco mejor. Tú sabes que triunfaremos, Comi, lo discutimos la vez pasada. Pues hagámoslo. ¡Y seremos panelistas mutuos, además! Porque eso suena muy divertido. Cada vez que podamos. Hay que escribir hartos libros solo para poder presentarlos e invitarnos una y otra vez como panelistas, ¿qué tal?

Comi: Me suenta terriblemente narcisista, pero dentro de eso muy interesante. Trato hecho. Estoy tratando de armar un libro ahorita, quizás lo logro dentro de poco. Encuentro terriblemente narcicista, también, el armar mi propio libro, pero qué diablos, necesitaba un hobby. Ditirambos de la Comadreja, podría ser un buen título, ¿no crees? Se me acaba de ocurrir. Quizás de poesías. Así sale más cortito. Aparte es lo único medianamente decente que tengo ahorita. Y ni siquiera me convence.

Zari: No importa. Aunque sea malo seré tu panelista. Aunque sea para destruirte.

Comi: Ese es el apoyo que uno necesita.

Zari: Lo sé. ¡Qué divertido! Seremos panelistas entonces. Cheb, así podemos ir armando planes a futuro juntos. Eso nos obliga a tener que reencontrarnos, ¿no crees? Aunque sea yo la que pague el pato por obvias razones, pero igual Será interesante. Porque no podemos desconectarnos, ¿cierto Comi?

Comi: No, en realidad no podemos, aunque nos veamos obligados a utilizar el tradicional sistema de palomas mensajeras. Aunque hay veces cuando las palomas se pierden en sus propios ditirambos hablando de filósofos psicóticos muy particulares cuando uno está tratando de concentrarse en temas específicos y cuando uno las liberas ya no hay quien las encierre de nuevo . . . creo que perdí mi punto de nuevo.

Zari: Sí, pero ya me estoy acostumbrando, y entendí lo que querías decir. Eso es lo chévere. Entiendo lo que quieres decir. Y tú también. Por eso vale la pena.

Comi: Sí, de hecho vale la pena. Más allá del culto narcicista y la sobreconfianza – quizás plenamente justificada – en nosotros mismos, vale la pena. Siempre es bueno contar con tu opinión, antes de salir a tratar de conquistar el mundo, o salir a ser sometido y brutalizado por el mundo. Lo que ocurra primero. Y de vez en cuando cafeinizarse detrás de vidrios metafóricos literales que te separan del mundo real. Todo está bien mientras te des cuenta. Siempre date cuenta, ¿ok? No dejes nunca de darte cuenta, porque ahí sí la canción. No te dejes abrumar, tampoco, porque entonces empiezas a dejar de darte cuenta. ¡Tienes que estar alerta! El mundo es un lugar grande y complicado, pero no tienes por qué tenerle miedo, menos a los otros roedores y las otras criaturas. Porque tú puedes perfectamente manejarlo, como ya lo has demostrado exitosamente. Y me cuentas cómo vas dominando la cosa y sometiendo el mundo a tu voluntad de poder (siempre intersubjetiva, por favor, poder como el de Arendt y no como el de Hobbes), me haces un sitiecito para ir de visita y también después para quedarme por el vecindario de una vez, porque a mí también este bosque se me está quedando chico, siempre lo mismo, el eterno retorno pero en ciclos tan pequeños que uno no puede evitar darse cuenta. Eso aburre, eventualmente, por eso es que tenemos que salir por un rato, verlo todo desde afuera, entender mejor, nuestro pantano, nuestros árboles, nuestras madrigueras. Conocer un poco más, pero sin miedo, con ganas, de perderse en las montañas y matar dragones, tú sabes cómo es. No le tengas miedo al mundo, Zari, porque como los dos sabemos muy bien, the world is your oyster, así que no tienes nada que temerle a una maldita almeja, una almeja te digo.

Zari: ¡Almeja!

Comi: ¡¡¡Almeja!!!

Zari: ¡¡¡¡¡Almejaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!

Comi: ¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!

Ambos: ¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!

Zari: Jaja, qué divertido. Gracias Comi. Por todo, en serio. Hay todo un mundo esperando ser descubierto. Vamos a por él. O ella.

Comi: Gracias a ti, Zari, por todo, as usual. Solo hay una cosa por hacer en este momento. Bueno, en verdad dos. La primera está cantada. Shall we?

Zari: We shall.

(Ambos alzan sus patas y empiezan a bailar graciosamente, moviendo las cabezas y sin ningún tipo de música. Es patético, pero es gracioso. Bailan como ardillas después de consumir crack, o algo por el estilo.)

Comi: Excelente. Ahora, no nos queda más que ir por un café, y seguir conversando. ¿Os parece?

Zari: Totalmente a favor. Let us go.

Comi: Y que sea irlandés, de ser posible. Tú sabes cómo es . . .

(Se van juntos, siempre debajo de la luna. This is hardly the end. Right, Zari? ;) )

Texto agregado el 03-08-2004, y leído por 902 visitantes. (0 votos)


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