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El mundo estaba en llamas… la tierra convertida en magma, en el irrespirable aire se sentía un fuerte olor a azufre, las colinas y montañas habían sido derretidas, el cielo era rojo como la sangre y de mis compañeros no quedaban ni siquiera huesos que sepultar. Aquello no podía llamarse de otra manera que el infierno, un maldito agujero infernal, un cráter en el cual no quedaba nada, salvo mi enemigo y yo… Pero había valido la pena ¡Había valido la pena!
Eso es lo que me decía a mi mismo mientras observaba a la inmóvil monstruosidad en frente mío, al enemigo de la humanidad, al Dragón… con el pecho abierto y su corazón atravesado por la lanza Elicium, ni siquiera su titánica resistencia o anormal regeneración podría salvarlo de esta.
Aquella arma divina, en la que residía el espíritu de gran parte del Cielo y el impresionante acero del infra mundo, estaba específicamente hecha para matarlo, a él, al diabólico rey de la destrucción, su preparación había sido meticulosa, el mismo Herrero Celestial la forjo entre llamas de purificación y hechizada por el Brujo Ruina, del País de la Sombras.
Pero no era solo el Dragón quien había sufrido en la batalla… de mis valientes hermanos, solo yo quedaba, y las heridas en mi cuerpo eran demasiadas para contarlas, no me atrevía a mirarme, por temor a que caería en ese mismo instante ante el horror, pero ya no podía más… mis pulmones estaban abrazados por respirar aquel aire ardiente. Intente dar unos pocos pasos, pero era como si llevase el peso de una montaña, al final termine derrumbado al lado de mi mortal enemigo… Estaba a punto de morir…Junto a él
-He… tal vez no sea tan malo… Podre reunirme con todos de nuevo… Seguro que me esperan
Me dije mientras agonizaba en el suelo riéndome de mi propia miseria… pero aquel último disfrute terrenal me fue vedado
-No… no… no
Gritaba mi mente, tratando de negar la terrible realidad que se imponía
-¿Crees que cambiaste algo? ¿Qué el apocalipsis fue detenido? ¡No seas ingenuo!
Cuando escuche aquellas palabras fue como si el tiempo se detuviese para mí ¡Imposible! ¿Cómo es que seguía vivo? Un terror profundo y por sobre todo, impotencia, invadió cada centímetro, cada hueso y cada musculo de mi ser “¿Todo fue por nada?” Intente articular, pero lo único que salió de mi boca fueron unos débiles gemidos.
La vida se escapaba de mi cuerpo y llore, pero mis lágrimas se evaporaban apenas salían de mis ojos… Esa cosa todavía estaba viva aún después de todos los sacrificios que habíamos hecho ¿Qué clase de injusticia era esa? ¿Cómo los dioses permitían tal cosa?
Mientras me lamentaba en mi tumba, el Rey de la Destrucción prosiguió con su discurso
-No, no has logrado, en cambio, solo empeoraste las cosas. Has adelantado los sucesos. Maldito tonto, pobre tonto…no entiendes nada… ni el problema que has causado… los acontecimientos que has desencadenado…
La criatura comenzó a toser sangre negra
¿Acaso fue miedo aquello que vi en él? ¿Miedo a algo inevitable?
-Has condenado a todos…
Pero de pronto, como si se hubiese dado cuenta de algo, comenzó a mirarme con su gigantesco ojo rojo y agrego, lanzando una apocalíptica risotada. Fue como algo lo hubiese sorprendiese a él mismo, como si hubiese encontrado algo en lo que aposta en el último segundo, como si me viese por primera vez tal como era. Sin embargo, aquel esfuerzo pareció terminar de consumirlo, la flama de su vida finalmente desaparecía y se desvanecía de este mundo, pero no así pasaba con aquella sempiterna sonrisa ¿Qué significaba aquello? ¿O tal vez era una extraña mueca? No podía verlo bien… apenas me quedaba energía… cansancio era lo único que sentía, y ya no podía esperar a cerrar los ojos. Pero antes de caer en un abismo de oscuridad me dije a mi mismo, sin saber bien el por qué de ello
-Es una sonrisa de liberación…
No lo entendía, pero algo en mi lo intuía ¡Que los dioses se apiaden de mi inocencia!

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-La lanza Elicium surtió efecto, Huma. Puedes estar orgulloso de ello
Dijo complacido el venerable anciano en el trono dorado, su poderosa y armoniosa voz llenaba el gran salón.
Apenas escucho aquello, aquel que se llamaba Huma se apoyo en una de las numerosas columnas qué ascendían hasta un cielo rasó, y dejo escapar un largo suspiro antes de hablar, era obvio que hasta ese mismo instante estaba conteniendo el aliento, finalmente, la batalla contra el Dragón había finalizado, pero las cicatrices que había dejado no eran pocas y algunas, resultaban simplemente demasiado profundas
-¿Realmente valió la pena? Mucho se sacrifico para crear a Elicium, demasiado.
El hermoso rostro del Maestro de las Fraguas estaba surcado por el dolor. Incluso él, que solamente tenía unos Diez mil años, parecía un anciano de un Eón, la carga era muy pesada
-La noticia no termina ahí, Huma.
El Anciano parecía tener problemas para decir la otra parte, o al menos en decidirse en cómo decirla. Finalmente, tomando un soplo de aire, continúo
-Miguel cayó en el combate, junto a todos aquellos que fueron con él.
Ante aquellas palabras, el Herrero palideció…
-¿Está seguro de ello? Podría ser qué…
Sin embargo, el viejo negó con una mano
-Lo siento Huma, se que él era tu amigo, y el hermano de tu esposa, por lo que el pesar debe de ser mucho. Pero mis ojos no han perdido su visión, nuestro preciado guerrero perdió la vida.
El Maestro de las Forjas miro el suelo sin mirar, estaba completamente perdido en si mismo ¿Miguel muerto? ¿Uno de los guerreros más grande de los cielos? Parecía completamente irreal, una mala broma, una mentira… cualquier cosa menos la verdad. Todavía parecía escuchar su potente voz y su risa que llegaba a los corazones de quienes lo escuchaban…
-Lucrecia y Priscilla, estarán destrozadas por la mala nueva…
Y el Anciano asintió con la cabeza lentamente
-No dejes que nuestra victoria sea eclipsada por los pesares. Por la victoria que tú y él nos consiguieron. El cayo cumpliendo con su deber, sabía cuales eran las posibles consecuencias de ello, y aún así, eligió ir al campo de batalla ¡Recuérdalo como el héroe que fue! Hacerlo de otra forma seria insultarlo.
Intento consolarlo el anciano mientras se alisaba la larga barba platinada trenzada, y en ella entrechocaban cráneos de extraños seres, premios de antiguas batallas. Pero luego de unos segundos sus manos se dirigieron a su pesada corona de oro con diademas de siete colores diferentes, dejando una cabeza ya calva y la puso enfrente de él. Las arrugas de su cara se hicieron aún más notorias, haciendo parecer al anciano aún más viejo. El silencio se apodero de aquella sala de inmaculado blanco, demasiado grande para aquellos dos la ocupaban, haciéndose cada vez más denso, como si amenazara con tragárselos, hasta que el Rey hablo
-Tendría que haber ido yo mismo a la batalla… Yo soy el más poderoso y antiguo de los “Seres Alados” no hubiesen muerto tantos…
Y apretó la corona
-¿Qué punto tiene tener esta corona? El deber del rey es cuidar a su gente, y yo no pude cumplirlo.
Y la pesada capa blanca que llevaba se transformó en cinco pares de alas que se extendieron imponentes, alguna que otra pluma viajo por la estancia, hasta apoyarse en el suelo.
-Tú no eres él culpable de nada Huma. Si hay un gran culpable en esta sala, ese soy yo.
Y luego dirigió sus ojos celestes de una profundidad abrumadora hasta el herrero… Una suave briza entro por una de las numerosas ventanas y balcón, y los acaricio a ambos, como si tratara de hacerles olvidar los pesares y haciendo que las túnicas, de color marfil en el caso del anciano, y blanca en la de Huma, se mecieran suavemente. Finalmente, El Maestro de la Fraguas intento decir
-Pero… usted…
Sin embargo, el Anciano negó con la cabeza y prosiguió
-Vuelve con tu esposa y la hermana de tu amigo, Huma, todos ustedes se necesitan en estos momentos. Se cuidadoso a la hora de tocar el tema… La muerte de Miguel fue una gran pérdida para nosotros, para ellas, será una tortura inmerecida
La cara del anciano volvió a oscurecerse
-Todos perdimos a muchos seres queridos, pero ellas perdieron a todos, en la lucha contra el Rey de la Destrucción. Si esto le sirve de algo, diles que ya nadie sufrirá por culpa del Dragón, él y todos los grandes guerreros que lo acompañaron nos libraron de él…
Y cerró los ojos, de esta manera, el viejo Alado parecía dormir. Por primera vez desde que la conversación había comenzado, parecía encontrar la paz.
-Entonces voy en camino, Gran Maestro Orión.
Y Huma hiso una pronunciada reverencia y se dispuso a salir del Castillo de la Luz, con el corazón cargado de pesares. Tal como había supuesto, la victoria costo demasiado ¿Realmente era correcto llamarlo “victoria”? Las pérdidas fueron tantas que no lo parecía. Y mirando una última vez a Orión que descansaba, se apresuro a salir, no deseaba molestarlo, el Anciano había sido el que más había trabajado de todos por la tan aclamada "victoria"… No solo no había dormido o comido desde la aparición del Rey de la Destrucción, sino que Incluso se rebajo a ir a aquel lugar, solo…
Pero no había llegado todavía a la gran puerta de la entrada de la sala del trono, cuando se escucho un rugido atronador que hiso temblar los mismos cimientos de la estructura.
-¿Pero qué…?
El herrero corrió hasta llegar al balcón de la sala del trono, desde el cual podía divisarse la Ciudad Luminosa.
-Tan vacía…
No pudo evitar pensar, la gloriosa Ciudadela, el exponente y la demostración del poder de los Alados, ahora se mostraba solitaria y triste, no quedaba nada de la potestad que se podía vislumbrar antes... Como si parte de la luz que la envolvía se hubiese ido con aquellos que faltaban
-¿Tan pocos de nosotros quedamos?
Cada tres casas en las que se vislumbraba vida, al menos diez se encontraban silenciosas.
Largo tiempo estuvo mirando Huma, tratando de divisar pista alguna de lo que había ocurrido, pero no logro notar nada… Aquella ausencia de sonido después del rugido, lo ponía nervioso, casi parecía que los estuvieran asechando, esperando por una oportunidad.
El Señor de las Fraguas estaba tan concentrado que se asusto cuando sintió una enorme y pesada manaza sobre su hombro, pero se tranquilizo al ver que era el Gran Maestro
-Maestro, pensé qué
Se detuvo al instante al ver que se erguía, como un gigante comparado con sigo mismo, y sus ojos fulguraban con llamas azules, y tuvo miedo. Estaba ante la presencia de un poder antiquísimo y más allá de su comprensión
-Preguntas… preguntas…ya veremos sus respuestas antes de que termine el día.
El Herrero no supo que decir, simplemente paso su mirada del Anciano a su amada ciudad.

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-Hahahahaha Finalmente ese bastardo ah muerto, justo como se previa.
Celebraba entre risas aquel que se sentaba en el trono negro.
-Su plan funciono, como siempre, mi señor.
Lo alabo una figura esquelética envuelta en una gran capa negra, que tenía escritos en una lengua blasfema en los bordes. Este diabólico ser estaba postrado ante aquel que se sentaba en el trono, apoyándose sobre sus rodillas y un gran bastón oscuro que agarraba con sus huesudas manos.
-Levántate, Ruina.
Ordeno el señor, y así lo hiso, tan rápido como su decadente cuerpo le permitía, y las cuencas vacías donde en épocas pasadas hubieron ojos, enfocaron al Lord.
Lo primerio que vio fueron los ojos del tirano, de ellos brotaba una luz roja más ardiente que las llamas infernales que corrían libres por la Ciudad Perdida, su rostro, aunque atractivo parecía imposible de descifrarse su edad, a momentos joven y a momentos viejo, mostraba una sarcastica sonrisa que podría haber paralizado a cualquiera que no fuese lo suficientemente como para resistirla. De entre sus cabellos lacios y platinados que le llegaba casi hasta la espalda musculosa, como el resto del cuerpo, sobresalían un par de cuernos retorcidos al igual que unas puntiagudas orejas. En la desnuda parte superior de su cuerpo podía verse numerosos símbolos mágicos negros de todas formas y tamaños que contrastaban con la pálida piel de su usuario.
Ruina, una vez de pie, se paso la mano por la cadavérica frente, chocando con su corona esmeralda, perfectamente forjada. Entonces continúo.
-Lo que me sorprende es que el Gran Maestro Orión no fuera aquel que combatiera.
Aquello solo causo que el que se sentaba en el trono negro lanzara una risotada
-¿Acaso los milenios hicieron mella en tu cerebro? ¿Tal como lo hicieron con tu cuerpo?
Luego de que parara su risa, se acomodo en el trono, y apoyando su gran puño en su mejilla derecha, prosiguió
-Era obvio que aquel vejestorio no lucharía contra aquella lagartija, si poderes de tal magnitud chocaran entre sí, las consecuencias serian inimaginables. Las pérdidas de todos los bandos hubiesen sido mucho mayores. Y aun con el Gran Maestro en primera línea, no había seguridad de que habría victoria. Necesitaban dos cosas para vencer al Rey de la Destrucción, la Lanza y aún más importante, que el Dragón subestimara a su oponente. Si este hubiese visto venir lo que le pasaría, jamás hubiesen podido vencerlo.
Y transformo su sonrisa en una mueca que enseño una boca repleta de colmillos
-Por eso bajo su real trasero hasta este hoyo de mierda que es mi reino a implorar ayuda.
Dijo mientras extendía sus brazos a los costados, como si quisiera enseñar el lugar en el cual estaban, aquella sala polvorienta y sin vida que ni siquiera tenía techo, las columnas rotas, los tornados de caos que se veían en el horizonte, el cielo rojo donde reinaba un sol negro, las sempiternas tormentas eléctricas que azolaban a diestra y siniestra, y el potente olor a azufre que se sentía en el aire.
-Sí, el mismo Orión aquí, en el culo del universo.
Y volvió a reír estrepitosamente
-“Por favor, ayúdanos a salvar a los humanos, ellos están viviendo un infierno con el Rey de la Destrucción suelto en su mundo”
Recito él, imitando la voz del viejo
-¿Y qué pasa con nosotros? ¿Qué demonios pasa con nosotros? ¡Nosotros estamos en el mismísimo infierno desde hace eras!
Y golpeo uno de los brazos del trono con furia.
-Tendría que haberle negado la ayuda
Entonces fue Ruina quien hablo
-Ayudarlos fue una muestra de gran sabiduría, mi señor. El Rey de la Destrucción es una fuerza sin control, poder en su estado más puro. Si no lo hubiésemos detenido en el mundo humano, probablemente su próximo objetivo hubiésemos sido nosotros.
El señor del trono lo miro despectivamente
¿Y tú que sabrás? Solo eres un condenado brujo.
Fue entonces que una sombra se materializo en el lado izquierdo del trono y hablo
-Ruina tiene razón hermano, tomaste una buena decisión
-Umbra…
Comenzó a hablar el señor del trono, pero se interrumpió cuando una mano más blanca que la luz de la luna le toco la suya, entonces miro directamente a su hermana, que llevaba un ligero vestido oscuro que hacia resaltar aún más el color de su piel. Sus ojos eran violáceos como amatistas. Sus labios rojos como manzanas. Su cabellera negra como la noche se mecía con sus movimientos, y entre ella se encontraban dos cuernos retorcidos. El voluptuoso cuerpo de aquella demonio despertaba la lujuria en los débiles de corazón y mente. Sus perfectas curvas, su generoso pecho, sus caderas y sus piernas. De su espalda sobresalían cuatro pares de alas membranosas que se extendían como si fuesen una silenciosa amenaza. Ella era una diabólica y terrible obra de arte.
-Umbra
Repitió el rey
-Los Alados deben pagar por los crímenes que han hecho contra nuestra raza. Debimos haber dejado que el Rey de la Destrucción los derrumbase.
Una sonrisa se dibujo en el rostro de la demonio
-No, ese no era el momento adecuado. En cambio, ahora lo es.
-¿A qué te refieres?
-¿Qué no te das cuenta, Alistar? Es nuestro momento ¡Nuestro ansiado momento ah llegado!
Exclamo ella a su hermano, mitad emocionada, mitad irritada.
-Primero tomaremos el mundo humano, no debería de ser difícil debido al castigo que han sufrido por el Rey de la Destrucción, y luego
Y cerró uno de sus puños, en frente de su rostro, como para hacer énfasis en sus próximas palabras
-Conquistaremos la Ciudad de Luz.
Pero su hermano no parecía tener las mismas energías que presentaba su hermana.
-¿Estas sugiriendo que le hagamos, que le declaremos la guerra a Orión?
El rey abrió los ojos de par en par, ante la sola idea
- Si nosotros nos revelamos activamente, el descenderá con sus fuerzas para aplastarnos, y él es demasiado poderoso. Tú y yo lo deberíamos de saber mejor que nadie… Deberías de recordar lo que le hiso a padre y a madre, junto a todos los que lo siguieron.
La demonio se impaciento ante aquellas palabras, por lo que se puso enfrente de su hermano y bajo su cabeza hasta que ambos rostros estuvieran al mismo nivel, a apenas centímetros de distancia.
-¿A que le tienes tanto miedo, Alistar? Nuestras fuerzas superan a la de los Alados en números de 100 a 1 ¡Incluso un titán como Orión no podría cambiar el resultado de una batalla tan desbalanceada! Es nuestra maldita oportunidad ¡No te atrevas a desperdiciarla!
El rey no pudo mantener la mirada de su hermana, y bajo la vista hacia sus pies
-Se me encomendó cuidar a los nuestros… no puedo permitirnos que todos muramos en una empresa tan peligrosa.
Umbra agarro la cabeza de su hermano y lo obligo a mirarla
-¿Qué futuro tienen los nuestros en un lugar como este? Si nuestros padres lucharon fue para darnos un lugar mejor, el lugar que nos pertenece por derecho de nacimiento. Ahora nosotros tenemos la oportunidad de llevar a cabo sus sueños, lo que ellos no pudieron hacer.
Alistar se soltó del agarre de su hermana y dijo, como si estuviera cansado
-Eras tú quien debería estar en este trono, Umbra, no yo. No solo eres la mayor, sino que eres la que siempre sabe qué hacer.
La demonio se alejo de él unos pasos, y suspiro
-Nosotros nunca decidimos quien será el próximo regente por edad, ni siquiera por continuidad sanguínea, sino por quien es capaz de tener el poder. Tú eres el demonio más poderoso nacido desde Eones, y por eso, es tu deber comandar a las legiones contra la Ciudad de Luz. Esto es algo que deberías haber aprendido hace mucho.
Aquellas palabras parecieron levantar la llama en el corazón de Alistar, y viendo que surtían efecto, continúo
-Esto es algo que solo nosotros podemos lograr. Tu poder y mi sabiduría, nadie podrá detenernos.
Finalmente, su hermano parecía haber tomado una decisión
-Sí, tienes razón ¡La hora a llegado! ¡Nuestro tiempo ha llegado! Es hora de que termine el reinado de los Alados
Y se levanto del trono
-¡Ruina!
Llamo
-Si mi señor
Se apresuro a decir el esquelético sirviente, que no se había atrevido a interrumpir la conversación entre los hermanos.
-Trae a mis generales, es hora de que planifiquemos la invasión al…
Pero fue interrumpido abruptamente, un terrible rugido que hiso temblar todo el lugar los tomo por sorpresa
-¿¡Qué carajo!?
Exclamo Alistar, y de su espalda salieron tres pares de alas membranosas, como las de su hermana y voló hasta una cornisa derrumbada de la cual se agarro firmemente, y miro a todo su bastión y luego a la Ciudadela Negra… Pero no vio nada, salvo el mismo caos reinante de siempre.
Luego busco con la mirada a su hermana, y la encontró encima de una de las torres altas, derruida por el tiempo y el caos. Haciendo un poco de fuerza, el rey tomo impulso en la cornisa y salió disparado hacia la distante torre, a la cual llego en menos de un respiro
-¿Acaso ves algo, Umbra?
Pregunto Alistar
-No…No veo nada… pero tengo un mal presentimiento…

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-Ahora entiendo lo que sufriste
Dije
-No… Todavía no entiendes nada, pero entenderás, cuando llegue el momento
Sentencio la voz en la oscuridad
-¿Es realmente esto necesario? ¿No hay otro modo?
-No existe otra forma, o al menos no una que conozca.
-¿Por qué tuvo que masacrarse a la raza humana? Apenas quedan unos pocos ahora…
La voz en la oscuridad tardo un tiempo en responder, pero cuando lo hiso, su tono era absoluto
-Desearía que no terminaría de esta manera. Pero con esto, los humanos demostraron no estar a la par con los requisitos necesarios. Probablemente, los demonios pensaran que es el momento idóneo para tomar la Ciudad de Luz.
-¿Qué? ¿¡Eso no puede ser!?
Pero se detuvo, había algo que lo intrigaba más
¿Qué requerimientos necesitaban cumplir los humanos?
-Existen tres llaves. La llave de la Justicia, que reside en las manos de Orión: el Gran Maestro. La llave de la Condena, que está en manos de Alistar: el Joven regidor del infierno. Y la llave del Juicio, en manos de los hombres, nadie posee esta, ya que los humanos no están preparados para ella, bien se comprobó esto.
La voz de la oscuridad dejo de hablar, y un silencio abrumador tomo su lugar
-¿Para qué son esas llaves?
-Para abrir las Puertas del Caos.
-¿Te refieres al infierno? Si es por eso, estoy seguro que Orión podría sellarlo.
De pronto, se escucha como la voz en la oscuridad se ríe
-No es tan sencillo, pequeño tonto. Y no hablo del infierno.
Y se volvió a hacer silencio, pero este no duro tanto como el anterior
-Las puertas del Caos dan al cuarto Universo. Ah aquel que fue separado antes de la guerra santa entre los Alados y los Demonios, esto se remonta a mucho antes, cuando ellos formaban un solo grupo. Cuando ellos eran poderosos, y juntos, pudieron separar al caos que amenazaba con tragarse todo. Ambas razas han decaído con el tiempo, ahora no son más que una sombra de lo que una vez fueron. Y de ese antiguo poder, ahora solo queda Orión. Pero lo peor de todo es que Alados y Demonios están separados. Jamás podrían enfrentar al Caos de esta manera.
La voz en la oscuridad continúo con amargura
-Separados, por sus estúpidas querellas, no supieron aceptarse, siempre señalando los defectos de los otros, y nunca sentándose a parlamentarlo. Pero los que más sufrieron fueron los demonios, ellos fueron tiranizados, y luego exiliados a una dimensión demasiado cercana al caos que una vez enfrentaron. No es que ellos no tuvieran parte de la culpa ¡Claro que la tuvieron! Pero el castigo fue demasiado, y todavía hoy en día, perdura. Esos tontos del Cielo no se dieron cuenta de que si el Caos alguna vez se ve libre, los primeros en caer serán los demonios, y muy rápidamente, entonces, será imposible detenerlo. Básicamente, lo que hicieron, es darle la ventaja a su peor enemigo ¿Tan arrogantes se volvieron? ¿Tan ignorantes como para olvidarse de ellos?
Cuando termine de digerir aquella información, dije
-Pero eso no me explica porque los humanos tenían que superar esa “prueba”. De hecho ¿Dónde entran los humanos dentro de todo esto?
Nuevamente, la voz se tomo su tiempo en responder
-Los humanos evolucionan muy lentamente, y la llave está a punto de materializarse, si no mostraban estar listos para usarla, cualquiera de los otros dos reinos la intentaría conseguir, rompiendo el equilibrio que pende de un hilo. Oh peor aún “ellos” la conseguirían.
No podía creer aquella simple respuesta
-¿Esta es tu manera de evitar eso? ¿Acabando con ellos? Entonces solo les estarías ahorrando el trabajo al bando que intentase tenerla
La voz volvió a reír
-¿Acaso no lo vez? El Rey Destructor no era un mal, era el protector de la humanidad, mientras él estuviese ahí, cielo eh infierno no podrían tomar la Tierra. Incluso “ellos” vedados de su verdadera fuerza, no podrían.
-Pero lo único que hiso el Rey Destructor fue traer muerte.
-Ese es un tema más delicado, no es cómo crees… ellos…
Pero de pronto, se detuvo
-¡No puede ser! Todavía no es tiempo ¡Debería tener unos pocos años más! Maldita sea
Y entonces, un dolor inimaginable golpeo mi cuerpo, la sangre hervía, mis huesos parecían romperse y reformarse, no podía gritar, no podía pensar…
-Lo siento, esto es un proceso que toma tiempo, pero parece que tendré que adelantarlo
Aquel dolor no parecía terminar
-Tampoco podre explicártelo todo, a partir de ahora no podremos hablar más, pero estoy seguro que lo comprenderás todo a su debido tiempo, solo espero que para ese entonces no sea demasiado tarde
No sé por cuánto duro aquella tortura, solo sé que este aumentaba cada vez más y más, hasta que no pude seguir y no supe nada más, pero recuerdo sus las últimas palabras de la voz en la oscuridad, como si hubiesen quedado marcadas en fuego en mi cerebro
-Tú eres el último primer nacido.


Algo tocaba mi cuerpo y lo humedecía, pero no podía ver nada, estaba en la absoluta oscuridad ¿Acaso estaba muerto? ¿La muerte era…mojada? Pero entonces un espasmo de dolor me golpeo con toda su fuerza, sin embargo, tan rápido como había aparecido, desapareció sin dejar rastro alguno
-Si siento este maldito dolor, no puedo estar muerto…
Eh intente moverme, pero mi cuerpo choco contra algo, algo que no pudo aguantar mi movimiento y se derrumbo ante mi tacto
Y entonces, una especie de serpiente de fuego plateada ilumino todo por breves segundos, suficiente como para que entendiera a mis alrededores.
Aquello que se había derrumbado era un muro o lo que quedaba de él, lo que me mojaba era una copiosa lluvia y lo que me rodeaba era una ciudad en ruinas.
-¿Este es el mundo humano?
Otra serpiente platinada surco el cielo, sacándome de la omnipresente oscuridad
-Son rayos
Mientras veía la tremenda cantidad de nubes de tormenta que había.
Otro espasmo de dolor, me golpeo haciéndome caer contra el enlodado suelo, mis garras dejaron surcos en el…
-Espera… ¿Mis garras?
Me dije y luego me mire… primero fue incertidumbre, luego sorpresa y finalmente terror.
Grite al cielo, desesperado, pero aquello que salió de mi garganta se asemejaba más a un rugido que me sonaba extrañamente familiar.

Texto agregado el 07-09-2012, y leído por 146 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
09-09-2012 Novela fantastica. Orales. al final te comento, por ahora sabe que lo he leido. Saludos. rhcastro
08-09-2012 Muchacho no soy entendida en el género pero has superado ampliamente mis expectativas... esperaremos por más. viento_sur
07-09-2012 lo que he leido me ha gustado mañana lo termino ahora me duermo cuidate reNe-parra
07-09-2012 muy buena Trovadorenelcallejon
 
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