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La risa de la hiena(segunda parte)

Cada vez aparece mas gente asesinada en los distintos pueblos europeos, todos con las mismas características. Las víctimas son atacadas por la noche, sin pausa y sin posibilidad de defenderse.
Venganza, es uno de los motivos posibles. Pero; ¿venganza de qué, o de quién?. Es uno de los grandes enigmas que la policía trata de resolver.
Alguien está jugando a ser Dios, decidiendo quien vive y quien no...

Capítulo 1: “Pánico en Venecia”

Venecia; una bella ciudad, construida sobre un grupo de islas en el norte de Italia. Una combinación de paisaje, arquitectura antigua, góndolas y canales que transportan a sus habitantes y a visitantes de todas partes del mundo de una isla a la otra. Todo ese lugar de ensueño está bañado en sangre por un asesino, que, sin piedad, sembró el pánico entre los lugareños y los turistas. Dicho asesino es, quien hace dos años, mató a un gran número de personas en Inglaterra...

Eran las doce de la noche, la luna alumbraba los oscuros pasajes y su imagen se reflejaba en los canales, que como un laberinto, sorteaban la ciudad. Un turista alemán, que había llegado desde Berlín, fue encontrado sin vida y despojado de sus pertenencias, en una de las góndolas que sirven como medio de transporte. Un grupo de niños fue quien encontró el cadáver, y fue a dar aviso a la policía. Al llegar allí los policías no encontraron rastros de la víctima y creyeron que se trataba de una broma, pero uno de los niños señaló hacia uno de los canales, donde parecía haber un cuerpo flotando. Al alumbrar aquel bulto sospechoso con una linterna pudieron comprobar que no se trataba de un cadáver, sino de basura acumulada. Los policías, escépticos, dijeron a los niños que lo que ellos vieron no se trataba de un muerto y que no era más que un montón de basura, que iba a ser limpiada al día siguiente. Todos abandonaron la zona, y por el movimiento de las aguas salió, de debajo de una góndola, el cuerpo sin vida de aquel turista.
A la mañana siguiente un grupo de curiosos observaban, desconcertados, como la guardia costera sacaba del agua un cuerpo que había sido encontrado cerca del océano. Cuando llegó el forense, ya en la morgue, comenzó a examinar el cadáver, y comprobó que había sido estrangulado, ya que el mismo tenía marcas en su cuello.
La noticia trascendió rápidamente. los medios de todo el país se hicieron eco del asesinato de aquel turista y doblaron la seguridad, pero nadie se sentía a salvo. Las patrullas recorrían las calles, interrogando gente y vigilando a todo aquel que parezca sospechoso. Pero lo que ellos no sabían era que el asesino circulaba con total impunidad frente a ellos asesinando gente.
Una tarde una pareja de recién casados disfrutaba de un romántico paseo en góndola, charlaban entre ellos y tomaban fotografías. De pronto, el gondolero cambió de rumbo, dirigiéndose hacia el mar. Los recién casados increparon al gondolero, quien había cambiado el rumbo. Éste, sin titubear, sacó un arma con silenciador y les disparó a quemarropa, luego amarró los dos cadáveres a un ancla y los arrojó al fondo del canal. Sin despertar sospechas el hombre dejó Venecia y tomó un barco que lo llevaría hasta Roma...

Capítulo 2: “Roma se viste de rojo”

Desde la caída del Imperio Romano que no había una masacre de tal magnitud, cada vez aparecía mas gente muerta; degollados, o con un disparo en la frente, o ahorcados, o con el rostro irreconocible. Estos asesinatos tenían similitud con los ocurridos en Venecia, pero se daban con mayor frecuencia y la víctima podía ser cualquiera. Nadie, en ese lugar, estaba a salvo...

Una pareja de ancianos disfrutaba plácidamente de una cena, mientras que escuchaban un disco de la obra “El barbero de Sevilla”, cuando fueron sorprendidos por un hombre, que arrancó sus ojos y apuñaló una treinta veces, dejándolos desangrar y llevándose el disco que estaban escuchando. Cuando la policía llegó al lugar encontró a los ancianos, ya muertos. Pero lo que los sorprendió fue que la casa estaba en perfecto orden y que el asesino no se había llevado las joyas que los ancianos tenían en su cuarto, ni la colección de plata que estaba en la vitrina de la sala principal. Solo faltaba el disco del antiguo tocadiscos. Al revisar la vivienda no encontraron huellas del agresor, ni del arma que había utilizado para cometer el crimen. Al advertir que solo faltaba ese disco encontraron la primera pista firme del caso; al asesino gustaba de la ópera.
La gente del pueblo se preparaba para un gran desfile de modas que se iba a realizar en el Coliseo. Todos estaban emocionados y con mucha expectativa por aquel acontecimiento, ya que era la primera vez que se iba a realizar un desfile ahí, en vez de las imponentes plazas.
La noticia sobre los asesinatos en Venecia trascendió rápidamente entre los lugareños y los organizadores del desfile, para prevenir cualquier tragedia procuraron aumentar la seguridad, para que ninguno de los concurrentes al Coliseo; organizadores, público y modelos debían estar protegidos de un asesino suelto, que ya había matado a una veintena de personas.
El desfile comenzó a las nueve de la noche sin ningún problema, las modelos exhibieron la nueva moda en ropa de invierno y la gente, muy contenta, aplaudía de pie a las bellas muchachas. Durante una breve pausa, mientras cantaba un artista local, el organizador del desfile comenzó a gritarle a los ayudantes que faltaba la modelo principal del evento, y que si no aparecía iba a estropear el gran cierre. Todos comenzaron a buscarla, hasta que uno de los perros de la policía la encontró debajo del escenario, con el torso desnudo y con un corte profundo en el pecho. El organizador del desfile, junto con dos miembros de seguridad, notificaron a la gente lo que había sucedido. Todos comenzaron a correr a los gritos por las gradas del Coliseo, cuando los reflectores que estaban montados en la parte superior cayeron sobre la gente, electrocutando a la mayoría de los espectadores. La estructura que estaba en un extremo del escenario se desplomó sobre las modelos, los organizadores y gente de seguridad, matándolos a todos.
Un grupo de ambulancias y varias dotaciones de bomberos llegaron hasta el lugar, para apagar los incendios producidos por la explosión de los reflectores, y para llevar a los hospitales a la gente que había quedado con vida. Al llegar al hospital una joven que caminaba por los pasillos del Coliseo dijo haber visto a una persona con actitud sospechosa, pero murió poco antes de poder identificarlo ente la policía.
Un monumento histórico en llamas, mas de un centenar de muertos y un gran dolor invadió a los romanos, que sin entender nada, miraban absortos los despojos, mientras que el asesino desaparecía entre la multitud sin dejar rastros...

Capítulo 3: “Muertes en Do Mayor”

Ya sumaban mas de mil muertos en menos de una semana. La policía tenía solo un dato del asesino, lo cual no le servía de mucho. La noticia de que se realizaría una obra musical en un teatro de la ciudad puso en alerta a todo el departamento de policía. Con la única pista firme que tenían del asesino intuyeron que él iría a ese concierto; no como un espectador mas, sino como un cazador, esperando encontrar una nueva presa...

Mientras tanto, en un bar, una mujer aparecía ahorcada en el baño con rastros de haber sido salvajemente golpeada. Una ambulancia con un especialista en criminología, un forense y un grupo de policías arribó al lugar para llevarse el cuerpo y realizar los análisis pertinentes.
Un caluroso Viernes del mes de Julio se realizó una obra musical en un teatro de la ciudad. Filántropos y gente de distintas clase sociales se dieron cita allí para ver el estreno de “Las bodas de Fígaro”. Mientras que la gente, expectante, esperaba el comienzo de la obra el asesino aguardaba, pacientemente en su butaca, cobrarse una nueva víctima.
Minutos antes de comenzar la función la sala se oscureció, y todos empezaron a gritar temiendo que algo malo les pueda pasar. Cinco minutos después volvió la electricidad gracias a un empleado de mantenimiento. El problema lo adjudicaron a una falla eléctrica en uno de los reflectores, que luego de ser reparado todo parecía volver a la normalidad; pero la corriente fue, nuevamente, interrumpida. Personal del teatro fue hasta el sótano donde estaba ubicado el tablero principal y se encontraron con un empleado, atado con cables desnudos al interruptor principal y echando humo. Rápidamente, y para no alarmar a nadie, conectaron el generador de emergencia y dieron comienzo a la obra, mientras que los bomberos sacaban el cadáver por la puerta trasera del teatro, evitando generar caos entre los espectadores.
Una veintena de policías, vestidos de civil, se mezclaron entre la multitud simulando ser espectadores. Esperaban que el asesino ataque en cualquier momento para poder arrestarlo y acabar con la pesadilla que había sembrado; pero él, cauto, advirtió su presencia. Para no despertar sospechar se había ubicado en un palco privado, sin hacer nada sospechoso, y ante la mirada de los policías que vigilaban el lugar.
Las luces se apagaron y la orquesta empezó a sonar. Todo estaba oscuro, solo un reflector blanco estaba encendido sobre el escenario alumbrando a la protagonista; una joven soprano de veinte años, quien había llegado desde París para realizar su debut en la ciudad.
Pasaban los minutos y la policía esperaba que el asesino ataque, pero nada sucedió. La obra trascurrió sin problemas, la gente aplaudió de pie a los actores y a la joven soprano.
A la salida del teatro todos fueron a saludar a la joven, un hombre vestido de gris se hizo paso entre la multitud hasta llegar a ella. La policía lo detuvo pensando que era el asesino; pero la joven, al reconocerlo, advirtió a los agentes que se trataba de su padre, con quien había acordado encontrarse a la salida del teatro.
Después de firmar autógrafos y hablar con la prensa, padre e hija tomaron un taxi y se dirigieron hacia el hotel, a varios kilómetros de allí, donde ella se estaba hospedando...

Capítulo 4: “Una rosa bañada en sangre”

Cae la tarde, y la noche se aproxima presagiando nuevos enigmas y encrucijadas acerca de este personaje, del cual nada se sabe. ¿Quién es?, ¿por qué mató tantas personas?. Ha recorrido las grandes ciudades de Europa como una jauría de lobos sedientos de sangre, ocultándose en el crepúsculo y desvaneciéndose como vapor de agua...

Esa noche, padre e hija disfrutaban de la tranquilidad del hotel donde se estaban hospedando. Lo que ellos no sabían era que una sombra los miraba por la ventana, siguiendo todos sus movimientos sin ser detectado. De pronto, una sombra se vio reflejada en una de las paredes del cuarto. La joven comenzó a gritar y el reflejo desapareció de la pared como un destello de luz.
El padre llamó a los guardias de seguridad para contarles lo sucedido. Al llegar entraron al cuarto de la joven, donde solo encontraron una rosa junto a su foto. Dos guardias se quedaron custodiando la puerta del cuarto, mientras que el resto vigilaba los pasillos, mientras que padre e hija trataban de descansar.
Esa noche estalló una gran tormenta. Los truenos sonaban como los cañones de la overtura 1812 de Tchaicovsky, y los relámpagos iluminaban durante unos segundos las oscuras calles. La tormenta provocó un apagón en toda la ciudad, inundada por las intensas lluvias.
Ni el padre ni la hija podían dormir por el estruendo que causaba la tormenta. Entonces, encendieron unas velas y jugaron una larga partida de ajedrez mientras tomaban vino blanco, mientras buscaban en su memoria recuerdos de la infancia y de los países que visitaban año a año.
Eran las tres de la mañana, cuando el padre de la joven se fue a dormir a su cuarto, mientras que ella prefirió quedarse leyendo un libro de poesías. De pronto, se escucharon pasos en el pasillo del hotel, que daba al cuarto. La joven salió para ver quien era, pero no había nadie; los guardias de seguridad ya se habían retirado. Cuando cerró la puerta los pasos se oían cada vez más cerca; a lo que ella, asustada, preguntó al padre si era él, pero nadie respondió. Estaba oscuro, solo se veían sombras en las paredes y no había más ruido que el del viento y la lluvia.
La tormenta ya había disminuido su fuerza y la lluvia era cada vez menor, pero el frío seguía siendo intenso. La corriente eléctrica seguía interrumpida y los teléfonos no funcionaban. Aquella habitación estaba iluminada, apenas, por una velas.
Como no podía conciliar el sueño, la joven optó por seguir leyendo. Puso un candelabro en una mesa que estaba al lado de uno de los sillones de la sala y se sirvió un vaso con leche. Cuando de pronto, la ventana se abrió y apagó las velas. Con la vista casi nula por la oscuridad la joven logró llegar hasta la ventana y cerrarla, cuando escuchó una carcajada a sus espaldas...


Continuará...

Texto agregado el 09-08-2004, y leído por 133 visitantes. (0 votos)


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