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Inicio / Cuenteros Locales / alma_gemela / CAMILA Y EL LAPIZ DORADO

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En las primeras horas de la mañana, del patio de una humilde vivienda, se escucharon a los gallos cantar. Ese mismo canto despertó a todos los niños del pueblo. Menos a Camila, una pequeña niña que le gustaba dormir hasta que saliera el sol. Esa mañana el despertador sonó más fuerte que el canto de los gallos, haciendo al menos despertar a Camila de su pesado sueño. Sus padres la levantaron, la bañaron, y le pusieron su uniforme con dificultad. Camila todas las mañanas lloraba y pataleaba porque odiaba los libros, las tareas, la maestra y la escuela. Sus padres siempre luchaban con ella; pero al final, lograban ponerla en manos de la maestra Ramona, quien tenía la fama de regañona, temible y una de la más dura de la escuela pública.
Camila en el salón de clases se sentía muy sola; le hacía falta la mirada amorosa de su madre. También sentía rabia porque sus padres la habían abandonado en un lugar que ella no amaba y peor aún, bajo el cuidado de la maestra Ramona, que refunfuñaba por el comportamiento de los niños. Camila comenzó a sentirse triste. El llanto de los niños, los gritos ensordecedores de la maestra y el repentino abandono de sus padres, la ayudo a tomar una decisión muy arriesgada. Salir huyendo de aquella tormentosa escuela.
La maestra Ramona cuando vio a Camila huir del salón de clases, se fue tras ella como una flecha para ponerla de nuevo en el lugar que le correspondía. Camila al verse retenida comenzó a dar gritos insoportables, lo que obligo a la maestra Ramona encerrarla en el cuarto de los niños castigados. Camila decepcionada en aquel pequeño cuartucho, hace un juramento para toda su vida, de nunca más volver a una escuela pública; y mientras ella pensaba en estas cosas del techo cayo un lápiz de oro, que ilumino el cuartucho de repente. Camila tomo el lápiz y comienzo a escribir en la pared la palabra libertad y misteriosamente la puerta se abrió y ella lo aprovecho para huir de aquel lugar. Una vez más la maestra Ramona vio como la niña huía y también como de sus zapatos salían chispas de fuego que quemaban el piso de madera. La maestra haciendo uso de su poderosa garganta lanzo unos gritos aterradores que a la final fueron incapaces de poder detenerla. Camila corría velozmente y mientras más lo hacía, las chispas de sus zapatos más se crecían quemando todo a su paso. Cuando Camila alcanzo cierta distancia, se dio vuelta para mirar que tan lejos estaba. Solo pudo ver las lenguas de fuego cubrir por completo la única escuelita del pueblo. También escucho los gritos ensordecedores de la maestra Ramona que aun retumbaban en el espacio diciendo “Camila vuelve acá ahora mismo, te lo ordeno “.
Camila huye al bosque y se refugia en un árbol frondoso que la protegía de ciertos animales nocturnos. La noche estaba fría y sus huesos se congelaban por no tener nada para protegerse. Angustiada por el frio, vio como el lápiz de oro se llenaba de luz en sus manos. Luego sin pensarlo escribió sobre una piedra unas palabras extrañas, y de cada letra brotaba fuego formando una cálida fogata que le brindo calor en medio de la noche fría. A la mañana siguiente la despertó la risa burlona de unos niños malos en el bosque. Camila al verse acosada llora desesperadamente por no tener a nadie que pudiera defenderla. De repente se escucho una voz con autoridad para romper con la maldad de los niños burlones del bosque; era una voz que impedía seguir molestando a la indefensa niña. Los chicos malos huyen despavoridos internándose en el espeso bosque.
Camila al escuchar el silencio levanta su rostro para ver descender de un brioso caballo, a un hermoso niño vestido con finas ropas, impecable y acompañado de unos fuertes escoltas que se acercaron dispuestos a ayudarle. Luego el niño le da la mano y la levanta para darse cuenta del temor reflejado en su carita infantil, también miro su vestido sucio y sintió compasión por ella. Sus palabras fueron para darle confianza y hacerla sentir segura bajo su cuidado, hasta el punto de pedirle que lo acompañara a conocer su casa para cambiarla y darle algo de comer.
Camila llega a una casa hermosa, inmensa, rodeada de lujos y comodidades por todas partes. El niño. Hijo de un acaudalado millonario, llama a su madre y le cuenta lo sucedido con la niña. La madre al verla sucia y mal oliente le pregunto que había aprendido a hacer para colocarla a trabajar en la servidumbre. El niño no pudo impedir aquella orden de su madre y se resigno a obedecerla. Después de unos minutos, Camila estaba vestida de servidumbre, lavando los platos sucios, en la cocina de la lujosa casa.
La madre del niño rico se presento después en la cocina y ordeno que preparasen una deliciosa comida porque ese día celebraría el cumpleaños de su único hijo y esperaba organizar una gran fiesta con importantes invitados. La noche llego y los invitados también, y la orquesta comenzó a entonar lindas melodías alegrando la casa. Camila desde la cocina escuchaba el murmullo de la gente en el salón y en su corazón nacía el deseo de poder estar disfrutando la fiesta del niño que le salvo su vida en el bosque. Se sintió sola y corrió al cuarto de servicios a llorar amargamente, también porque le hacía falta el amor de sus padres, que en esos momentos estaban muy lejos para ayudarle. En el interior del cuarto se escucho el sonido suave de unos trazos sobre el piso. Camila levanto sus ojos llorosos y vio como el lápiz de oro escribía unas palabras doradas que decían “levántate que esta noche estarás en la fiesta“ y de inmediato su mugriento vestido de sirvienta desapareció transformándose en un hermoso vestido de gala y de finos colores. Su cabello se volvió dorado y su rostro el más hermoso de la tierra. Luego Camila salió por el pasillo y entro por la puerta de los invitados y todos al verla pudieron notar la belleza que irradiaba aquella niña desconocida.
El niño rico estaba muy aburrido en la fiesta de su cumpleaños . Su madre lo animaba con sus amiguitos para que se sintiera feliz. Le ofrecía toda suerte de golosinas pero el niño las despreciaba. La fiesta avanzaba y cada vez se acercaba el momento de partir la torta y de bailar el vals con la niña más hermosa de la fiesta. Una vez más el niño no quería saber nada de tortas y mucho menos de bailar. Su madre. En medio de esta incertidumbre vio como Camila apareció en la mitad del salón invitando a su hijo a soplar las velas de la torta. Los ojos del niño rico se iluminaron y se levanto emocionado. La madre al ver a su hijo feliz invito a todos los niños a cantar la canción tradicional de los cumpleaños. Seguidamente sonó el vals invadiendo el salón y el niño rico al escuchar la melodía eligió a Camila entre todas las niñas lindas de la ciudad, para bailar con ella la pieza principal de la fiesta. Camila era la elegida y estaba dichosa de ser la niña más hermosa de la celebración.
El niño rico al sentirla tan cerca, sintió algo especial por ella y quiso saber su nombre; pero ella lo quiso ocultar. Él para darle confianza le revelo su nombre diciéndole al oído: “me llamo Moisés“ y acto seguido continuo rogándole que le dijera el suyo, pero ella prefería ocultarlo. Cuando la conversación tomo más fuerza, el comenzó a contarle lo que más amaba en la vida y le confesó su gran amor por los libros, el estudio y la escuela; cuando Camila escucho esto, recordó aquel feo episodio en la escuela de su pueblo y también recordó el juramento que se había hecho a sí misma de no volver más nunca a una escuela a estudiar. Sintió que se moría y se soltó bruscamente de él para salir huyendo del salón, perdiéndose entre las sombras. Moisés desesperado corrió tras ella para detenerla pero fue inútil. Después de haber estado tan feliz al lado de esa hermosa niña, ahora volvía la tristeza a su pequeña alma.
Camila volvió a la cocina y se escondió en su cuarto. Sus hermosos vestidos desaparecieron y volvió a ser la misma niña del bosque, sucia, triste y mal oliente. Solo le quedaron los recuerdos de los momentos más dulces al lado del niño más hermoso que había podido conocer en su pequeña vida. Todos aquellos recuerdos, los escribía con el lápiz de oro en la tabla de su corazón, y de sus ojos seguían saliendo pequeñas lágrimas, hasta quedarse dormida.
A la mañana siguiente, muy temprano, la ama de llaves despertó a Camila para que fuera al pozo más cercano a buscar el agua del día. Levantarse temprano la hacía sufrir porque ella amaba dormir hasta que saliera el sol; pero esta vez le tocaba obedecer las órdenes de su jefa de cocina. Sacando el agua del pozo, Moisés se acerca sin reconocerla y le presenta sus mascotas mas amadas. Tres lindos perros de pura raza. Camila los acaricia de tal manera que los perritos lamian su mano amorosamente, lo cual fue motivo de alegría para Moisés de poder confiar sus mascotas a una niña de su edad. Moisés le pidió que los cuidara porque pronto regresaría de la escuela. Camila cuido aquellos animalitos como a su propia vida, eran las mascotas del niño que habia empezado a amar y brindarles sus cuidados a esos indefensos animalitos, era como hacerlo para él. Al llegar la tarde Moisés regreso de la escuela y Camila al ver los libros en las manos de él, sintió nauseas y quiso salir corriendo de aquel lugar; pero él la detuvo preguntándole por sus mascotas. Ella entonces recordó su obligación con los perritos y los trajo de vuelta a su dueño. Moisés le agradeció en gran manera su apoyo y le dio un abrazo en pago a su buen trabajo; lo que la hizo sonreír de felicidad. A Moisés le pareció familiar aquella linda sonrisa, pero no recordaba en donde la había visto, lo que le permitió comentarle de una niña hermosa que había conocido en su fiesta de cumpleaños. También le comento que no habían podido descubrir a qué familia pertenecía, porque sus escoltas la habían buscado por toda la ciudad y no habían encontrado su vivienda. Al final Moisés le confesó su tristeza y su gran amor por aquella niña. Camila al oirá esto, del susto dejo caer los perritos al piso y salió corriendo a esconderse. Moisés sorprendido no pudo interpretar aquel extraño comportamiento, pero algo si le pareció familiar, la forma de correr cuando huía.
Al llegar la noche la madre de Moisés ordeno preparar otra comida especial para unos señores muy importantes que visitarían su casa. La jefa de cocina, le ordeno a Camila preparar las verduras y las frutas para la cena; pero al notar su falta de experiencia en el oficio, empezó a burlarse de ella y entre todos la ofendían hasta hacerla llorar. Camila corre a su cuarto y desde allí escuchaba las voces de los invitados y las risas de muchos niños que llenaban la casa. Una vez más Camila quería estar en la reunión y busco el lápiz dorado para escribir en el piso su deseo, de inmediato sus ropas mugrientas desaparecieron y otro vestido hermoso cubrió su cuerpo, dejando ver a una linda niña de cabellos dorados que iluminaba la noche. Camila volvió a entrar en el salón y todos los niños contemplaron su hermosura. Todos deseaban tocarla, pero Moisés al verla, sus ojos se llenaron de luz y corrió hasta ella para abrazarla porque esta vez, si quería conocer su nombre, su casa, y nunca más perder su contacto. Luego Moisés la presento a sus profesores y ellos pudieron notar su gran interés por aquella hermosa criatura. Los profesores a su vez quisieron conocer más a fondo a la niña, no tan solo por su belleza sino también su inteligencia, probando su cultura con preguntas acerca de sus conocimientos en la escuela. Cuando Camila se vio acosada por las preguntas, vino a su memoria las imágenes del fuego que acabo con la escuela del pueblo también su promesa de no volver nunca más a pisar una escuela Aquellos recuerdos fueron tan fuertes que se levanto y volvió a huir en medio de la noche. A Moisés le vino de nuevo la tristeza y las lágrimas no se hicieron esperar.
Camila volvió a la cocina y los vestidos mugrientos del bosque volvieron a aparecer sobre su cuerpo, pero esta vez sintió algo distinto, sintió el amor por aquel niño que había tocado su carrazón. Unos nuevos sentimientos habían nacido en su pequeña alma, unos sentimientos que no entendía.
A la mañana siguiente la jefe de cocina la despertó muy temprano para preparar una lonchera al niño de la casa que se alistaba para ir a la escuela. Camila nunca en su pequeña vida había preparado algo parecido. Todos los sirvientes en la cocina al enterarse, comenzaron a burlarse nuevamente de ella, haciéndole perder el control; pero esta vez Camila utilizo el lápiz de oro para pedirle ayuda y escribió sobre la mesa unas palabras que serian capaz de preparar los más ricos manjares para el exquisito paladar de Moisés.
En la escuela el ánimo de Moisés estaba muy decaído y nada lo hacía sentirse mejor. Solo deseaba volver a ver a la niña de los cabellos dorados. Ella se había metido en su corazón para convertirlo en un soñador. Para Moisés la escuela era un lugar muy triste sin saber de ella. Deseaba que alguien le mostrara su refugio para ir a buscarla y ser feliz a su lado. Luego escucho unas notas musicales que interrumpió sus románticos pensamientos y pudo darse cuenta que procedían de su lonchera. Al abrirla pudo ver las delicias más indescriptibles que habían podido preparar para su paladar. Tomo una a una en sus manos y ya en su boca se convertía en la más dulce canción. Moisés Cerraba sus ojos para describir el sabor de su merienda pero solo tenía las visiones de una niña en la cocina de una casa. Tomo un segundo pedazo y pudo ver a una niña entregándole su corazón. Aquellas visiones de su cabeza le devolvieron la felicidad tan anhelada. Corrió sin parar hasta su casa y al entrar en la cocina, lo primero que hizo fue preguntar al jefe de cocina, quien había preparado su lonchera. Todos se llenaron de miedo por temor a ser reprendidos por un mal servicio. Todos los sirvientes en un solo golpe de voz, dijeron en tono acusador el nombre de Camila.
Moisés felicita a Camila por tener la sazón más exquisita para preparar loncheras. Solo quería conocer el secreto de una niña para crear comidas tan ricas. Camila sonrío nerviosa sin saber que responder, ella solo quería correr como siempre y esconder su secreto en el cuarto de servicio; pero Moisés, esta vez no quería dejar escapar la verdad y fue tras ella; pero fue imposible porque logro perderse entre las sombras de la noche. Camila en su huida, dejo caer su lápiz de oro, que al impacto con el piso, produjo una chispa de fuego llamando la atención de Moisés. Con mucho temor tomo aquel lápiz de oro en sus manos y una fuerza poderosa se apodero de él, llevándolo cautivo hasta el cuarto de Camila. Moises al entrar en la pequeña habitación pudo verla acostada en un rincón, sin fuerzas y sin esperanzas. Moisés la anima a levantárse del piso y le devuelve el lápiz de oro que había perdido. Cuando Camila ve el brillo del lápiz, trata de tomarlo para esconderlo; pero el contacto de sus manos con el lápiz de oro, produjo una luz poderosa, que transformo de nuevo a Camila en la niña más hermosa del planeta, vestida con finas telas y hermosa cabellera dorada. Moisés lleno de sorpresa permaneció inmóvil a su lado, vestido como un príncipe, se vio en medio de un escenario de brillantes colores, en un marco de pomposas flores que exhalaban ricas fragancias de primavera.
Moisés no lo podía creer, la niña de sus sueños estaba delante de él, sus lindos cabellos dorados, sus lindos vestidos, su perfume y su delicada voz, lo había dejado sin palabras y lo único que se le ocurrió fue preguntar por su nombre. Moisés en ese momento recibió la sorpresa más grande de su pequeña vida. En ese instante pudo entender que la niña de la cocina y la niña de los cabellos dorados eran la misma persona.
Camila le confiesa su secreto relatando su historia desde el principio. Desde la mañana que sus padres adoptivos la dejaron en la escuela del pueblo y en manos de la temible maestra Ramona, a quien culpa de ser la causante de su odio por los libros, las tareas y la escuela. También narro el incendio en la escuela, su aventura por el bosque, sus miedos y sus alegría finalizando con el día que conoció al niño más hermoso en medio del bosque. Moisés la compadeció y la abrazo para protegerla con sus pequeñas manos. Su corazón se hizo grande y prometió ayudarla a encontrarse con la escuela, porque él estaría a su lado para enseñarle a conocer las riquezas y la sabiduría de los libros. Camila un tanto incrédula y llena de temor, acepta la propuesta de su niño amado y promete seguirle hasta convertirse en una sabia profesional.
Los sirvientes atraídos por la luz del lápiz de oro llegaron al cuarto de Camila, que ahora estaba iluminado y adornado con lindas flores. Los sirvientes podían sentir el amor de Dios flotando en la habitación. Era un amor tierno y puro en los corazones de dos niños inocentes, que solo se dejaban guiar por los sentimientos que Dios les entrega desde el cielo. Eran dos criaturas que Dios había creado sin condiciones para darse amor.
Moisés dirige su mirada a los sirvientes para mostrarle el lápiz de oro y suavemente escribe unas letras pequeñas sobre el piso: y de aquellas letras sencillas salía un pequeño uniforme de color azul de la misma talla de Camila. Desde ese momento se iniciaba un acontecimiento importante en la vida de los dos porque se preparaban para ir de nuevo a la escuela, ya no había la necesidad de llorar, ni de patalear, ni de dormir hasta que saliera el sol; sino que el amor de un niño le había enseñado a volver de nuevo a la escuela. Moisés alzando su voz, saco a los sirvientes de su encanto y les ordeno vestir a su niña dorada con el uniforme que tenía el color de la sabiduría.
Los años pasaron y los niños crecieron, tanto en estatura, como en el conocimiento de la sabiduría. Después de ese tiempo se convirtieron en los profesionales más famosos y más talentosos del mundo y el lápiz de oro, al final de los años, se transformo en una hermosa joya para sellar con amor las vidas de Moisés y Camila, en el día eterno de su boda.

Texto agregado el 24-02-2013, y leído por 191 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
24-02-2013 Hay algo mágico en la historia, pero al final al querer convertirse en una lección de vida, y la boda, como que rompen el hechizo. Había que revisar eso de Sabia profesional. Puede ser un hermoso cuento si se logra el sentido y unidad de inicio. Saludos felipeargenti
 
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