La misma esquina de siempre pisoteada de historias que transcurren sin que ella se de cuenta. Sus árboles atravesados por inviernos, primaveras, veranos y otoños siguen ahí de pie, testigos mudos de los pensamientos y las palabras que la gente arroja al pasar. La misma esquina de siempre que aparece como escenario tras los vidrios sucios de mi ventana y que solo envejece ante los ojos de quienes la contemplan con cierta nostalgia porque todo se vuelve viejo cuando el tiempo acusa su magia sobre las cosas, y el tiempo, al igual que las palabras, es una invención humana para dar sentido a todo lo que existe. Ver el mundo como soy, ver la esquina como soy, es arrojar acuarelas de emociones que tiñen todo aquello que se manifiesta ante mis sentidos, y asi la esquina se vuelve un poco mía y un poco de aquellos que la observan.