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Ante todo, estamos ante un texto que no es dócil a la interpretación, una narración generosa en abrir enigmas que no resuelve. Es por estas características que no se termina de dudar a la hora de querer tomar una decisión sobre lo que nos está diciendo, y es esperable que esas letras, siempre las mismas en el papel impreso, tengan tantas formas como diversidad de ojos puedan leerlas.

En una interpretación personal, lo más asible que pude encontrar, tras leerlo varias veces, es el mensaje de que NO SE PUEDE HABLAR DE LO QUE NO SE VIVIÓ; al menos en lo referente al sufrimiento extremo, la derrota y la pérdida de toda esperanza. Sin duda -me reitero- la obra ofrece la posibilidad de otros puntos de vista; pero en este trabajo me limitaré a justificar sólo este, sirviéndome principalmente del análisis sobre el uso de los narradores.

¿En qué país estamos?

Luvina se describe enteramente como el lugar donde «anida la tristeza», donde se la «puede probar y sentir, porque está siempre encima de uno». Esta tristeza «oprimente» y la «imagen del desconsuelo» recorren con el viento las calles de Luvina. Más arriba que la tierra y más abajo que el cielo, «aquello es el purgatorio», dice quien ya estuvo allí, en el lugar donde «viven» los muertos, según reconocen sus habitantes. Quienes llegan de fuera ya no saben dónde están. Es imperioso no quedarse allí ni momentáneamente, como el arriero, para no dejar la vida y las ilusiones cabales, para no volver viejo y terminado.

Dentro de ese estado de cosas (esa "legalidad" que es distinta a la que rige «acá abajo» y que, a los efectos de estas páginas, prescindiré de explicar), el pueblo de Luvina permite tanto la incursión de un gobierno que manda por alguno de ellos para matarlo, como acaba sin piedad (y volverá a hacerlo) con quien ese mismo gobierno manda cargado de ideas para plasmar, ideas que la tradición de Luvina de ningún modo puede aceptar.

En resumen, Luvina es diferente y sólo tras ir allí puede entenderse la diferencia.

Los "tres" narradores

El relato comienza con una descripción de Luvina. En el primer párrafo todavía podríamos entender que se trata de un narrador en tercera persona, tal vez un narrador omnisciente. Lo mismo podríamos pensar por sus siguiente intervenciones, si salteásemos el segundo párrafo, ya que él no se identifica explícitamente como personaje de la historia que narra. Para referirse al hombre que habla en la tienda y al que acompaña a este utiliza la tercera persona («Hasta ellos llegaba el sonido del río»), y hasta finalizar no abandona el tiempo pasado. Pero en el segundo párrafo encontramos lo siguiente:

«yo lo único que vi subir fue el viento, en tremolina, como si allá abajo lo tuvieran encañonado...».

Acá nos está diciendo que estuvo en Luvina, que estuvo "allá arriba". ¿Quién es este narrador? ¿Es o no alguno de los personajes de la historia?

En el tercer párrafo, línea de diálogo mediante, aparece un personaje algo particular. Digo esto porque su "voz" llena el 83 por ciento de las líneas del relato. Llamaré al considerado anteriormente "narrador", a secas; y a este, que habla enmarcado en el lugar que le da el narrador, lo llamaré "personaje narrador".

Estos dos coinciden en la descripción lúgubre que inició el primero y en haber estado ambos en Luvina. También en reconocer la existencia de ese al que no podemos llamar interlocutor, ese personaje que está en la tienda pero casi a medias, ya que no habla, no bebe, no se sienta a la mesa, no va hacia la puerta ni vuelve, no mira los comejenes, ni se queda dormido... O al menos no podemos enterarnos de que haga alguna de estas cosas.

Voy a considerar, momentáneamente, como un tercer narrador a este personaje. Lo llamaré "narrador mudo", ya que justamente nos está diciendo algo con su silencio.

La maromas que da el mundo

El narrador comienza describiendo a Luvina en presente y utiliza el pasado para contar el monólogo en la tienda. Entonces podemos decir que cronológicamente la historia es:

1. Le dicen al personaje narrador, quince años antes del momento en la tienda: «Usted va a ir a San Juan Luvina».

2. El profesor y su familia llegan a San Juan Luvina.

3. El profesor insta a los habitantes a romper con la ley de Luvina («Un día traté de convencerlos de que se fueran a otro lugar, donde la tierra fuera buena») y fracasa («Y allá siguen. Usted los verá ahora que vaya»).

4. «Ya no les volví a decir nada. Me salí de Luvina y no he vuelto ni pienso regresar.»

5. A alguien más le dicen: «Usted va a ir a San Juan Luvina».

6. Encuentro de estas dos personas en la tienda; monólogo de quien ya estuvo en Luvina, dirigiéndose al personaje que me permití llamar narrador mudo («Usted va para allá ahora, dentro de pocas horas»).

7. El narrador mudo conoce Luvina, vive Luvina; y la experiencia lo transforma: le da el habla, ahora puede hablar, como el otro, de Luvina.

8. Convertido en "narrador a secas", y habiendo vuelto de «allí», comienza en el primer párrafo la historia titulada LUVINA.

Ya lo verá usted

Quienes llegan a Luvina desde "abajo" no saben en qué país están porque nunca vivieron lo que ahí se vive. Tenemos dos personajes y los dos son narradores en la historia. Está el que toma cerveza, que es un narrador contado por otro narrador. Y está el narrador propiamente dicho, el que cuenta al que toma cerveza y que habla de sí mismo en primera persona, para contarnos Luvina; pero sólo después de haberla sufrido; y se dirige a sí mismo en tercera persona cuando se trata del momento en el que todavía no conocía lo que era Luvina, a pesar de que alguien que la conocía se explayaba generosamente contándole sus recuerdos, su experiencia. Pero todo esto (que el otro lo viva) no le sirvió para saber, entender realmente lo que es sentir el hambre, la impotencia, la derrota, la tristeza y la falta de esperanza, todas cosas que en Luvina abundan. Por eso se narra mudo antes: porque antes no podía hablar de lo que no había vivido, y en esa tienda se estaba hablando de Luvina, de San Juan Luvina.

Texto agregado el 21-08-2004, y leído por 1730 visitantes. (0 votos)


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