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Inicio / Cuenteros Locales / Guille_ / La blusa roja

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"Casi al finalizar la tarde decidimos ir de compras, algunos recuerdos, algo típico de la región, no podía faltar la crema de mezcal, las figuras de barro negro entre otras cosas. Así seguimos por dos cuadras mas y tras llenar las bolsas que llevaríamos con los recuerdos decidimos regresar al hotel.

Un tanto cansados optamos por arreglar las cosas y un par de maletas para no despertar con prisas, entre las cosas que se habían comprado una crema de mezcal con cajeta era el antojo de ambos, quizá por la tentación de lo dulce y lo fuerte de ese destilado, 'a mi los licores dulces me embriagan muy rápido' decía mientras ella reiteraba sus ganas por abrir la botella y disfrutar de un trago tan persuasivamente que después de un sorbo siguió la exclamación obligada: ¡Muy rico!

Un poco agotado después de caminar por el centro de la ciudad, me recosté mientras encendía la televisión, escuché como cerrabas la puerta del baño mientras cambiaba los canales buscando algo interesante que ver... cuando levanté la mirada me di cuenta de que lo interesante no se encontraba en la televisión, sino frente a la puerta del baño...

Una figura angelical, semi desnuda, con ropa interior verdaderamente sugerente se encontraba frente a mi, hermosa tez blanca, largas piernas, hermoso busto, toda tu, con una sonrisa que además de traviesa y dulce tenía una pizca de inocencia... simplemente hermosa.

Te acercaste frente a mi despacio, mientras me observabas asombrado recostado en la cama, yo te veía acercarte a mi cada ves con mayor deseo, después de un profundo beso terminamos recostados abrazados y acariciándonos, mis manos sentían la suavidad de tu piel, lo grande de tu busto y la impaciencia por quitar lo que restaba de tu ropa interior, tras acariciar tus lindas piernas llegué a tu entrepierna y mientras te continuaba besando poco a poco te despojé te lo ultimo que a mis manos estorbaba para sentirte mía de nuevo, como tantas veces y de una manera particularmente excitante; de repente... algo se te ocurrió y te levantaste de la cama, fuiste directo a una de tus maletas y sacaste esa holgada y corta blusa roja, después te dirigiste hacia donde se encontraban las bolsas con las compras de la tarde, tomaste esa botella de licor de cajeta y volviste a mi lado, subiste a mi torso y te enfundaste en esa blusa, solo en esa prenda que además de ser suave al tacto era lo mas erótico que en mi vida había visto en una escena de pasión entre los dos.

Comenzamos a besarnos de nueva cuenta, me diste a beber de la botella y tras unos sorbos tu también bebías, acariciaste mis piernas con el escote de esa blusa, dirigiste tu boca justo donde sabías que enloquecía al sentirla, tocaba tus cabellos y acariciaba tu cabeza mientras te quitaba la botella de la mano para seguir bebiendo, todo lo que observaba era además de mágico, enloquecedor, embriagador, excitante, te tomé de los hombros, te recosté y me dejé llevar por el encanto de tu aroma, besé cada centímetro de tu cuello, mis manos se perdían entre tu pecho y esa suave blusa roja, besé tu vientre y aún mas allá, sintiendo lo terso de tus piernas en mi torso, no podía mas, ¡tenías que ser mía de nuevo! pero tu tenías otro plan para seguir con la deliciosa y embriagante tortura, bebimos un poco mas de esa bendita botella y sobre mi te volteaste para continuar con la locura del juego, hice la parte que mi deseo pedía que hiciera y tras unos minutos te volví a tomar, pero esta ves para hacer que me sintieras dentro, y entre el calor de tu cuerpo, los movimientos de tus caderas, la tela de la blusa y lo húmedo de nuestra intimidad los dos nos perdíamos entre tanta pasión, lo rojo de tu blusa sobre tu espalda llamaba toda mi atención, no tanto como ver tu rostro inundado de rubor, encendido con lo agitado de tu aliento y lo encantador de tus ojos entreabiertos, no quise despojarte de esa blusa, la cual perdió poco a poco mi atención para dirigirla ahora a tus caderas y tu espalda, a todo tu cuerpo frente a mi.

Te sentía tan cerca de mi en ese momento que me hubiera gustado fundirme aún mas en tu cuerpo, como si fuéramos uno solo, atrapado entre tus piernas mi delirio no me dejaba ver mas allá de tus ojos, el abrazo en el que nos encontrábamos parecía llegar al limite de nuestras fuerzas sin hacernos daño, tu rostro parecía tan iluminado como el sol de medio día entre el cual habíamos pasado la tarde y parecía resplandecer en toda la habitación a obscuras, antes de llegar al límite de la explosión me pediste regresar al principio, a hacerme enloquecer con tus labios sin besarme, solo podía verte de nuevo frente a mi, dejarme morir por unos segundos, estallando en el obscuro de un parpadeo y en lo maravilloso de tu cuerpo... tras regresar a la vida después de ese maravilloso instante en la gloria, te observé, como al inicio, con esa sonrisa traviesa, dulce e inocente... ruborizada, radiante y con nada encima mas que esa suave, corta y holgada blusa roja..."

Texto agregado el 23-12-2013, y leído por 49 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
24-12-2013 nace un fetiche... pelito
 
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