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6 de enero por la tarde.

Y fue de este modo: inconscientemente había esperado los últimos 10 o 12 días, los últimos de diciembre y los primeros de año a que regresará de vacaciones, a que me viera con ese modo indiferente que tiene, para continuar con el juego que inocentemente creí que iba ganando. Esperaba también, una especie de "milagro" decembrino. Había dejado volar la imaginación, cuando podía hacer de lado el odio que tengo hacia la raza humana, particularmente hacia el mexicano, y me había permitido pensar que aún podía haber "algo" entre nosotros. Pensé: seguro le hizo reaccionar mi indiferencia, si no ¿Por qué esa cara de sorpresa cuando la ignoré, no la primera vez, cuando iba con Paty; ni la segunda, de manera descarada cuando iba con el "bigotes" y preferí cruzar mas adelante la acera para no saludarla, para que no notara lo mucho que me importa y me estremece. No, fue la tercer vez, cuando salí con Lalo a comprar un café y la mire comprando también su desayuno en uno de los puestos que están en la puerta del trabajo, en la calle. Le dije rápidamente a Lalo: si vas con Rosa aquí me regreso hermano, no quiero verla. -Vamos con la señora del otro puesto, también tiene café- dijo, comprendiendo mi temor.
Entonces volteo de reojo y nos vio comprando el café. Fumaba, siempre está fumando, cuando le hablaba, le dije un par de veces que el cigarro era malísimo, quise contarle mi experiencia pero me sentí como un anciano aconsejando a un adolescente. -Gracias, dios los bendiga, dijo la señora cuando devolvía el cambio a mi amigo. Entonces tiro el cigarro y se fue hacia la puerta de entrada, nosotros también íbamos hacia allá. ¡Que coincidencia! Supongo que fue la "bendición" que nos desearon y como no me llevo con Dios... Debí cederle el paso, tragarme el orgullo y dejarla pasar, sentí su mirada retadora y de incredulidad: me pase estúpidamente sin siquiera voltearla a ver, sin la caballerosidad de ceder el paso, al menos la hubiese mirado, sonreído y cederle el paso, tragarme el orgullo envalentonado que tenía por demostrale que no me importaba, que no me estremecía, que tenía agallas para ignorarla, que no me iba a hacer como quisiera, que tenía dignidad. Me pasé, dejándola atrás, mejor le di el paso a Lalo y abruptamente me fui tras de él, como esperando que me protegiera, para que viera que no iba solo y que no me amedrentaría, era la parte decisiva del mensaje: No te temo. Pero iba detrás de nosotros, podía irse del otro lado del pasillo, pero iba tras de mi, pensé que iba a hablarme que había "ganado" el juego. Mis pies se volvieron pesados, lentos, esperaba con la demora que ella nos pasara y se fuera, que me dejara con la idea que le había calado mi indiferencia, que se "rendiría".
Todo lo contrario, fueron diez largos, inmensos, eternos metros los que se mantuvo detrás de nosotros, retándome, intimidándome, demostrándome lo poco que sirvió mi indiferencia. Ella sabe y lo saben muchos, incluyéndome, que no importa cuánto luche por ignorarla, tiene la facultad de estremecerme, de hacerme sentir vacío sin ella o por lo menos contrariado... vacío. Durante sus vacaciones y por la temporada, entre el odio y la añoranza que me vienen con los días, quizá también la necesidad de experimentar la sensación de compañía, de la compañía de pareja, creo, me permití crear a los perfectos personajes de la relación utópica donde ella y yo teníamos que ver. Me imaginaba con ella, comprando, soportando el suplicio de ir a las tiendas comerciales para adquirir productos que no necesitábamos pero que por ser diciembre compraríamos. Habíamos puesto árbol de navidad, adornado el departamento por dentro y por fuera con luces de colores, de cascada, en serie, había una corona en la puerta, medias en las paredes, caramelos, muñecos de nieve. Pensábamos en la cena, por primera vez pensé en que comería, no que bebería, que me metería o con quien fornicaria. Dónde la pasaríamos, cómo reaccionarían los suyos al conocerme y los míos al conocerla pues tenía tan poco de mi ruptura con...
Estaba soñando despierto con todas esas cosas, estaba rebasándome el personaje y cobrando vida. Realmente creía o tenía la necesidad de creer que aún había "algo" entre nosotros. Pensé mucho en este día, el día en que regresaría de vacaciones, había calculado los días y bien podía ser hoy, irónicamente el 6 de enero, no por los reyes si no por el día de la enfermera, un chiste local que conviene no explicar. Estuve casi toda la mañana al pendiente de que pasará, no iba a hablarle, por lo menos con palabras, iba a buscar su mirada y a exigirle que me viera, que me dijera que era todo, que nunca fue y que así sería, iba por una señal por una oportunidad para decirle: ... No se me ocurría que decirle, tal vez esa frase cursi que leí en Facebook: "Hasta que te acaricié fue cuando me di cuenta que había tenido las manos vacías toda mi vida"... Por lo menos era mejor que la brillante: "Hola, ¿estas enojada? Por fin como a las diez de la mañana la vi que venía bajando la escalera, entonces me prepare, me hice el indiferente como si no la hubiera visto y comencé a jugar con el celular. Entonces voltee para buscar sus ojos, paso de largo. Quizá no me vio (¡que imbécil! pero bueno) Espere pacientemente a que regresará, Paty e Irene también la había visto pasar y siguiéndome el juego me dijeron: "Ya llego la luz de tus ojos" A veces a si le dijo, también "la madre de mis hijos", "la razón de mis sin razones" o simplemente "la señora de García".
Entonces se acercó, me olvide del celular y la seguí con los ojos desde que entro al hall, la reté, la acorralé, la obligue a mirarme, y sucedió. Volteo y se encontró conmigo, por milésimas de segundo pensé que me hablaría, que me saludaría o simplemente sonreiría, yo balbuceaba, iba a decirle un simple y cordial "Hola" que establecería una tregua, que me dejaría, algún día, si encontraba el valor, de explicarle todo. Resolvió la situación de manera simple, mientras yo me conflictuaba, simplemente volteo hacia el otro lado, como siempre, como antes de irse de vacaciones. Entonces recordé de cómo me había embriagado en navidad, como puse pretextos para no ir a visitar a mi familia por lo menos la noche buena, como no había querido comprar nada "extra" para esa noche, como no había contestado los mensajes o llamadas al celular, como me había boicoteado tanto para quedarme solo esa noche. Lo había logrado. Había deseado con todo mi corazón, y así lo había externado, que se me concediera por humanidad, por "milagro de navidad" embriagarme tanto para ahogarme con mi propio vómito y resolver tantas cosas. Fracasé, logré despertar al día siguiente por la necesidad de ir al baño, leí todos los mensajes que había recibido, y me pareció que no había un mejor lugar y atmosfera para leer esos bonitos "deseos".
Trataba de recordar si a alguna de esas aferradas que quieren ablandar mi corazón, la había mandado directamente a la... o solo lo había sugerido. Y para acabarla, tenía que ir con mi familia al recalentado, ya no creerían la excusa de que habría mucho tráfico o que también me habían invitado al recalentado al mismo lugar donde me habían invitado a cenar. Debí dormirme boca arriba. Normalmente cuando ceno mucho, me da el relujo, reacciono ante la brutal falta de aire, que literalmente te hace sentir como cuando sacas a un pez del mar y comienza a retorcerse en la lancha. Pero como no me llevo bien con dios y aprovecho no solo el cumpleaños de su único hijo (según las escrituras) si no todo el año y cada oportunidad que se presenta, pues dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar, practico el deporte para blasfemar a diestra y siniestra, pues el milagro de navidad no ocurrió. Puede parecer que fue todo por ella, eso era lo de menos, en verdad. Necesitaba una historia dentro de otra para contar una segunda (maldita teoría literaria y estructura del relato) Una bonita o simplemente una historia de "amor" para completar mi estructura. No soy suicida, ni veo, como dicen, tanta telenovela, eso sí, leo recurrentemente a Bucowski, solo detesto la temporada pero siempre he tenido la intención de escribir una historia de navidad que me arranque el corazón. Aunque, quién sabe, cuando me esfuerzo consigo lo que quiero. (Final abierto y se redondeando los tres tópicos del hilo narrativo)

Texto agregado el 07-01-2014, y leído por 172 visitantes. (0 votos)


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