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Capitulo dos

Capitulo dos:
Los que vuelven


«Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro»
Descartes



La radio seguía sonando... la lluvia estática cortaba de vez en cuando el mensaje, pero yo sabía que cuando volviera el sonido claro, nada nuevo pasaría y el mensaje iría por donde yo me imaginaba que iba... porque siempre fue igual por algunos minutos: Bob cantaría su canción y la voz del tipo dando ese mensaje le sucedería una y otra vez.... y yo vendría emocionalmente por el camino de la bipolaridad: me alegraría de la bella canción y me angustiaría con la voz del tipo misterioso... y así fue por largo rato, quizá una hora, o pocos minutos, no lo sé...
Lo que pasa es que... bueno... estaba shockeado. Todo esto había sido un rudo despertar. Una pesadilla, un sinsentido, una loca carrera sin rumbo a la cual yo no le encontraba ni el principio pero ya quería conocer su final... no sabía donde estaba, ni porque me dolía todo, y ¿por qué todo parecía una puta película hollywoodense pos-apocalíptica de las que no sé como podía recordar... ¡si ni siquiera era yo quien me recordaba?! Todo me parecía ilógico... Quería entender todo... cuando todavía no sabía nada... entonces comprendí: había caído en la locura... queriendo ser lo más lógico posible, quería ganarle a una situación totalmente ilógica, quería meter todo el mar en una laguna... Me sentí un ingenuo total al creer que "pensando" yo podía entender todo lo que me había pasado... Lo lógico era aceptar que no era posible ahora saber lo que me había sucedido y necesitaba seguir buscando agua si vivir es lo que yo realmente me proponía, "Vivir... no: Entender" me dije.
Me incorporé deprisa. La radio de mano se quedaba sin pilas, el mensaje se iba perdiendo entre la lluvia y ya no se distinguía. Retiré las pilas y me dije "Quizás más adelante me sirvan". El sol no había salido aun pero yo empezaba a ver más claramente el contorno que existe entre el oscuro del firmamento plagado de estrellas y la oscuridad de los arboles lejanos.
Me sentí algo apurado y giré buscando con mi vista algo que me ayude en los muebles del cubículo. Había un locker de los que hay en los trabajos de este tipo, un lugar para dejar nuestras pertenencias. En la primer puerta encontré una campera de trabajo térmica y de color... ¿naranja?... la tela estaba cubierta de polvo pero al darla vuelta y ponerla en dirección a la pobre luz de la rueda de la fortuna, leí claramente y en perfecto castellano "SEGURIDAD" impreso con esas letras de material reflectivo, típico de esas camperas. Al terminar de leerla sonreí con un tono burlesco, como quien se rie de si mi mismo; solo el pronunciar la palabra tuvo ese influjo en mi: me sentí ciertamente más seguro. No hacia mucho frío, pero me la puse igual, me pareció totalmente útil así. "Es grande... con amplios bolsillos a los costados, especial para guardar grandes cosas y no tener que cargarlas..." y mientras pensaba tardé en darme cuenta que estaba manoteando los bolsillos instintivamente; palpando me topé con lo que me pareció un tubo cilíndrico de plástico... "¡Agua, en el bolsillo hay agua!" pensé.
Bebí toda la botella como lo que era en ese momento: un animal asustado y totalmente sediento. Me doblé hacia atrás totalmente e intenté meter todo el agua de esa botella en mi boca... sentí que todo acabaría de mejorar en un instante... Pero un espasmo de dolor me quitó de ese estado de optimismo: las pieles de mi garganta, mi esófago y estomago parecían despegarse repentinamente frente a la humedad del agua... El dolor hizo que soltara bruscamente la botella que giró un poco sobre el piso derramando el líquido por el lugar. La cosa aflojó y tosí un poco... la sed volvía y con ella las ganas de seguir bebiendo. El agua me había caído como bajado del cielo, pero también no era del todo agradable y con consecuencias dolorosas debido a mi estado deteriorado.
Tomé la botella y seguí bebiendo. El dolor fue menguando y de a poco me acostumbré. Me sentía como un niño que recién ha aprendido a ir comiendo despacio el helado para que no le duelan los dientes. Cuidaba que no me ardiera tanto como para no dejar de beber y cortaba para respirar y dejar el agua correr dentro mio. Así unos instantes hasta que al terminar la botella recordé que la voz del mensaje lo decía: "¡Vive! ¿Tienes sed, búscala en donde te has despertado!" Eso quería decir muchas cosas: Alguien sabía que yo despertaría de esa manera... amnesico y sediento, y me había dejado una botella de agua en el lugar. ¿Que otra cosa sería sino eso? Toda esta locura comenzaba a tomar forma y a medida que lo hacía más misteriosa se volvía.
Salí decidido y grite varias veces a la oscuridad de enfrente: ¿¡Hay alguien... ¿alguien ahí?... ¡hola!?
La oscuridad no devolvió nada las dos primeras veces. A la tercera vez que grité un ave chilló como respondiendo a lo lejos y a mi se me congelaron los nervios. El grito del pájaro se fue alejando y decidí callarme un poco, a ver si lo oscuro me devolvía algo más estremecedor...
Estaba solo. En ese lugar parecía no haber nadie. No se escuchaba ruido de actividad de hombres en la noche: ni de generadores de luz si es que me encontraba en un lugar lejano de la urbanidad, ni la luz a lo lejos de alguna casa, ni la de un fuego, y tampoco ningún olor extraño de los que pueda haber en un parque de juegos, si es que alguna vez recordaba haber estado en otro parque de juegos para constatar... Si no era por el camino, el cubículo y las pálidas luces de la rueda de la fortuna esto parecía más bien una selva: solo había ruido de pájaros, bestias e insectos, el viento y las hojas.
Y mientras me convencía de esto, una luz de una linterna cortó la noche. Caí por el susto al piso.... una voz que provenía de quien portaba la lampara gritó: ¡Hijo, tranquilo... aquí estoy!
Mientras retrocedía en el suelo busque calmar con mis manos el dolor de la repentina luz. Respondí asustado con un grito: "¡¿Quien... quien eres?!" La voz del hombre respondió con un tono calmado: "Tranquilo. Soy uno como tú: soy de los que vuelven".

Texto agregado el 11-01-2014, y leído por 41 visitantes. (0 votos)


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