Acuérdate de mí
cuando salgas del infierno,
pero no te lleves el sol.
Llévate un otoño
o un invierno en la maleta,
pero no te lleves nunca el sol.
Es lo poco que me queda.
Tu tiempo se acaba
y el mío se acabó al nacer.
La triste melancolía
inyectada en mis venas
me ha transportado
al delirio de tu cara...
¿Y sabes?
En la gracia de tu amor
de dolor me he retorcido,
como un drogo-dependiente
de ti.
Hoy, desde el infierno,
me he acordado
de tus ojos,
de tu sonrisa,
de tu piel,
de ti en ti misma...
¿Y sabes?
Se lo he dicho al sol.