Cómo negarle ese favor a su padre de 84 años. Estaba trabajando precisamente en aquella ciudad donde su abuelo había vivido sus últimos años y donde probablemente había sido enterrado. En realidad, no lo conocía casi nada. Este señor había abandonado a la abuela y a sus 4 hijos cuando su padre apenas tenía 5 o 6 años y nunca más lo volvieron a ver. Pero su padre le insistió cuando lo llamó por teléfono: “Por favor-le rogo-busca la tumba de tu abuelo”. Termino rápido sus gestiones en aquella ciudad y pregunto por el viejo cementerio. Luego se dirigió hacia allí. Estaba en plena ciudad, cerca de una antigua plaza. Ya no enterraban nadie allí. Las viejas paredes de adobe encerraban varias cientos de tumbas de personas que yacían allí desde hacia más de 50 años. El lugar era apacible y tranquilo, casi no había visitantes. Un viejo guardián se ofreció ayudarlo a buscar la tumba. El nombre del abuelo era Luis……. ……., Con paciencia fueron recorriendo los antiguos cuarteles de tumbas, era personas que habían nacido hacía más de 150 años. Algunas tumbas exhibían hermosas y antiguas lápidas de mármol. Otras, lápidas más modestas. Incluso había varias que no tenía lápida alguna, solo la tapa de cemento y apenas un nombre escrito con pintura. El recorrido duro casi dos horas por aquel viejo campo santo y no encontraron el nombre del abuelo por ningún lado. Finalmente le dejo anotado el nombre de su antepasado y el número de su celular al viejo guardián para que en caso lo hallase lo llamara. Resignado procedió a marcharse, cuando en eso le llamo la atención una tumba que estaba casi en la parte inferior, era una antigua lapida de mármol, hermosamente tallada, pero el nombre casi no se podía leer. Hizo un gran esfuerzo y limpio un poco la superficie. Su rostro palideció de pronto, no se trataba del nombre de su abuelo, allí estaba escrito su propio nombre, la fecha de nacimiento coincidía con la suya, pero la fecha de su muerte era imposible de leer.