TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / RosaRivas / El rey defectuoso

[C:550615]

Levanté la vista de la pantalla de mi ordenador y le vi pasar por delante de nuestro departamento, andando como un oso polar, balanceando su exceso de peso de un lado a otro, y de repente giró su cabeza y se me quedó mirando con la boca abierta, casi babeando y medio perplejo. No podía comprender por qué el marido de mi íntima amiga Julia, que además era mi jefe, me miraba así. Quizás en el fondo sí lo supiera, pero saberlo me daba tanto miedo que preferí ignorarlo. Esquivé su mirada lasciva e hice como si estuviera tan concentrada en mi trabajo de traducción que no me había percatado de lo que acababa de suceder. Me vino la imagen de un rey gordo ostentando una aparatosa corona paseando complacido por su reinado, arrastrando a sus espaldas una capa blanca salpicada de motas negras, a la vez que pensaba lo bueno que era ser el rey. “Un rey defectuoso”, pensé yo.
A través de los compañeros de trabajo, cada vez me llegaba más información, rumores, de los defectos del rey, es decir, del jefe del Departamento de Traducción del Instituto Nacional de la Seguridad Social (SVB, por sus siglas en holandés) en Amstelveen, un pueblo de Holanda muy cerca de Ámsterdam. La situación empezaba a inquietarme. Me preocupaba por mi amiga Julia. Hacía pocos días que había empezado a trabajar en ese organismo medio privado y medio estatal. Gracias a Julia su marido me había ofrecido hacer unas prácticas en el departamento de traducción. Había dos traductoras embarazadas y estaban buscando a alguien que hiciera su trabajo cuando estuvieran de baja por maternidad.
Debido a mi situación apurada, por no decir desesperada, accedí a sustituir a las dos futuras parturientas cobrando tan solo un sueldo de estudiante en prácticas de cuatrocientos euros al mes. Hacía ya siete años que había terminado mis estudios, tenía cierta experiencia como traductora y estaba perfectamente capacitada para hacer el trabajo, sin embargo, el rey defectuoso, a sabiendas de la difícil situación en que me encontraba, pensó que dadas mis circunstancias yo no rechazaría su oferta y prefirió aprovecharse de mi desgracia y explotarme en lugar de ayudarme.
En las conversaciones que mantenía entre cigarrillo y cigarrillo con mis compañeras de trabajo me iba enterando de los cotilleos de la empresa. Según parece, el anteriormente mencionado rey defectuoso, mi jefe, era un tipo muy vago, que dedicaba la mayor parte de su tiempo a los chismes, a seguir la trama política de la empresa y a correr detrás de las faldas de las empleadas. También se decía que le daba a la botella. Le gustaba insinuarse sutilmente, pero a veces lo hacía también sin tapujos, como aquella vez que estando en el cuarto de fumadores, entre calada y calada de su cigarrillo, se puso a contarle a tres de sus empleadas que últimamente tenía muchas ganas de practicar el sexo oral.
Antes de que empezara el trabajo, este energúmeno que se llamaba Eduard, me había citado en la cantina de la empresa y me había ofrecido hacer un periodo de prácticas de seis meses. Solo podía pagarme cuatrocientos euros al mes, decía, y si todo iba bien, podría prolongar el periodo de prácticas por otros seis meses. Posteriormente intentaría compensarme de algún modo, me había dicho, me daría un trabajo en cuanto hubiera una vacante o me llamarían para que viniera a asistirles en los periodos de mucho ajetreo cuando estuvieran trabajando en algún proyecto, lo cual ocurría con frecuencia. Acepté su oferta sin dudarlo, tratando de ignorar el hecho de que era consciente de que se estaba aprovechando de mi mala fortuna y quería explotarme. Él sabía muy bien que mi exmarido no me daba ningún dinero y que estaba en la pura miseria, viviendo en una casa enorme con una hipoteca impagable con mis dos hijas de nueve y trece años. Se me quedó mirando fijamente, escrutando más allá de mis ojos; le mantuve la mirada. Parecía estar buscando dentro de mi ser hasta qué punto yo aguantaría la lucha por sobrevivir, relamiéndose con la simple fantasía de poder jugar con mi desesperación.

Texto agregado el 04-01-2015, y leído por 70 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
04-01-2015 En este mundo de necesidades y rivalidades laborales siempre hay personas inescrupulosas que se aprovechan de las ganas de progreso de las demás y mas aún si son mujeres solas y desamparadas con hijos que piden a gritos una buena manutención. Este es un caso de sadismo laboral a nivel empresarial. Una narración muy buena. Saludos Lgerprezmar
04-01-2015 Defectuoso no,desgraciado.Buen relato.Un Abrazo. gafer
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]