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Hoy he vuelto a soñar, a soñar con nuevos senderos, con nuevas formas. Es una nueva oportunidad para existir y salir adelante con el mundo.
Quizá dejar el pasado, olvidarme de él será muy difícil, pero no imposible, creo tener todas las armas, los sentidos para no hacer un infierno todo lo que hice, todo lo que sentí.
Cuando entro a mi pieza no encuentro mas que un desorden, un desorden mental. Ese lugar me da náuseas y las lágrimas se apoderan de mí al instante, como el otro día cuando estaba borracha y se me ocurrió entrar a mi pieza quedándome tirada en el piso gritando que ese lugar estaba maldito mientras que mis padres trataban de recogerme y llevarme a otro lugar que no fuera ese.
He decidido relatar mi amarga historia para probarle a mi psicóloga que ya estoy bien, que ya me he curado de mi depresión.
“ me encontraba en las afueras de un bar esperando a mi hermano, se suponía que nos habíamos quedado de juntar a las nueve en punto para ir a un concierto de un grupo que nos gustaba mucho, pero ya eran las nueve y media y no llegaba. El concierto empezaba a las diez. Cuando de lo lejos lo veo venir con cara de disculpas me dieron ganas de dejarlo ahí e irme, pero no lo hice porque ese día me salvó de que me pillaran sacándole dinero a mi papá para el concierto - él me encubrió -. Simplemente no le dije nada, me tomó la mano y me dijo que lo disculpara por haberse retrasado.
Debo decir que el concierto estuvo muy bueno, pero a mi hermano no lo veía por ninguna parte, hacía ya como una hora que no aparecía. Cuando terminó el concierto, la gente se empezó a ir y mi hermano aún no aparecía, me comencé a desesperar, comencé a llorar amargamente arrodillándome en el césped, pidiéndole a Dios que apareciera. De la nada apareció un muchacho, se había dado cuenta de mi situación, me tomó la mano y me dijo:
- Ven, tu hermano está por acá.
Ni siquiera lo conocía, ni sabía quién era, lo que sabía es que todo mi llanto desapareció, mas no dudé en decirle que me guiara hasta él, con gusto aceptó.
Este jovencito se llamaba Cleoftath, era una persona de mirada extraña y muy profunda, llevaba consigo un abrigo negro que le llegaba hasta los pies, poseía una hermosa sonrisa, debe haber tenido unos veintiún años.
Y al fin vi a mi hermano, tomando con unos jóvenes, estaba él sentado ni siquiera se podía los pies. Ahí si que me enfurecí más que nada en el mundo, tomé mis cosas y me fui, porque de seguro si me quedaba armaría un escándalo y no quería eso, porque Cleoftath me observaba detenidamente así que decidí irme por mi propia cuenta.
Estaba en el paradero esperando a que pasara la primera micro para irme, estaba cansada y con frío, pero Cleoftath me siguió, se sentó junto a mí y me prestó su abrigo.
- Toma, para el frío, veo que tu hermano esta borracho y tú que te preocupaste tanto por él.
Mis ojos se fijaron en los de él, no le sonreí, sólo lo miré, tuve deseos de besarlo, no sé porqué, sentí una confusión que me obligó a bajar la mirada.
El bus que me servía se asomaba, le dije:
- Debo irme, gusto en conocerte.
Hice parar el bus, pero él no me dejó, sentí miedo, pensé que me haría algo, mas me dijo que me quedara conversando con él.
Sus palabras eran muy puras, me decía que estudiaba literatura en la universidad, me comentó que sus padres lo habían echado de la casa por el hecho de ser un gótico, porque sus padres eran demasiado religiosos y pensaban que los góticos eran la imagen misma del demonio.
Cuando me hablaba de ello veía en él un sentimiento de agonía, hablaba con ligero odio y repulsión, su voz se quebró por un instante, una lágrima rodó por sus mejillas.
No sabía que hacer, parecía como que iba a estallar en lágrimas y una pena enorme atravesó mi corazón.
- ¿Por qué me comentas esas cosas tuyas? –le dije de manera tristona-
Me miró a los ojos y me besó la mejilla,
- Porque necesitaba hacerlo.
En ese instante tuve deseos de abrazarlo, pero llegó mi hermano y me tuve que ir.
La despedida fue larga y agradable.
En el trayecto le pregunté a mi hermano si era amigo de Cleoftath, pero desgraciadamente me dijo que nunca lo había visto, lo que me llenó de preguntas, ¿cómo sabía Cleoftath que Matías era mi hermano? ¿cómo lo supo?
Pasó una semana., sentía que lo extrañaba cada día más y más, hasta que por fin, en un concilio gótico lo vi. Estaba sentado tomando una copa de vino tinto en un lugar solitario, se veía pensativo, no dudé en irlo a acompañar.
Sin decirle nada me senté al lado de él y lo miré fijamente a sus profundos ojos. Entonces él también miró y me sonrió.
- ¿Quieres ir a dar un paseo? –me dijo amablemente- así que acepté la invitación.
Fuimos al parque, eran ya las doce de la noche y comencé a sentir frío, íbamos silenciosos, hablábamos un poco de cosas insignificantes. Me abrazó.
Su cuerpo junto al mío hacían una exquisita combinación, no tuve miedo, cada vez lo abrazaba con más fuerza y él también, su rostro se acercó al mío y sus labios tocaron los míos sintiéndolos húmedos, caí en un sueño muy dulce y no quería despertar, los dos solos abrazados formando un solo cuerpo, luego me dijo:
- Esto lo quería hacer desde el primer instante en que te vi.
Después de unos minutos nos fuimos a sentar en una piedra gigantesca donde le pregunté algo sobre mi hermano, cómo él sabía de mi hermano si ni siquiera lo conocía. Él me respondió que lo sacó por deducción, una mujer llorando arrodillada en el césped y un joven bebiendo licor como si nada le importara.
No quise profundizar en el tema.
A medida que pasaba el tiempo la relación creció, pero tenerlo me hacía daño, amarlo me hacía daño, pero su ausencia también me perjudicaba.
Cuando hablábamos nos lastimábamos aunque nos queríamos, él empezó a cambiar y yo ahí soportándolo, me decía que ya no me amaba, que sólo me quería, unos fríos te quiero me hicieron alejarme de él, decidí dejarlo.
Lo amaba con todas mis fuerzas, mi carne, mi ser gritaban su nombre con desesperación, recordaba los momentos en que permanecíamos juntos en mi cama, cuando paseábamos, cuando lo hicimos por primera vez.
Mi hermano comenzó a sentir rencor por Cleoftath, hasta el punto de odiarlo, me dijo que si no me alejaba de él lo mataría con sus propias manos. Me invadió el miedo, hablaba con tanta seguridad que entré llorando a mi pieza.
Cerré la puerta con candado y me eché a llorar como una desquiciada, sentí un frío en mi espalda, era la ventana que estaba abierta. ¡Cleoftath estaba en mi propia habitación sentado en el piso! Tenía sangre en sus manos, lo miré y le pregunté que pasaba. Era demasiado tarde.
Unos amigos de mi hermano le habían dado más de diez puñaladas en su estómago, apreté sus manos y le dije que lo amaba...
Cleoftath me miró con dulzura, como lo hacía antes y me dijo:
- Perdóname.
Su cuerpo dejó de funcionar, ya no respiraba, había muerto, y yo ahí viéndolo desangrarse por completo, no sentí en ese instante odio, porque sólo lo miraba y pedía que volviera en vida.
Lloré como nunca antes, odié, odié tanto a mi hermano que hice que se fuera de la casa, mis padres me internaron, estaba al borde de la locura, fui a su funeral y cuando iban bajando el ataúd les grité que por favor no lo sepultaran, que quería verlo una vez más, me tuvieron que detener entre unos seis hombres.
Ha pasado el tiempo y la mancha de sangre aún no se borra del piso, ya no duermo en mi pieza me lo tienen prohibido, porque cada vez que entraba me acordaba de ello.
No sé nada de mi hermano Matías, sólo sé que se casó porque dejó embarazada a su novia, pero más allá de eso no sé.
Tampoco sé lo que me deparará la vida, porque espero un hijo de Cleoftath.


Texto agregado el 06-09-2004, y leído por 169 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-09-2004 El texto está bien para un diario personal, pero carece de cualquier sentido estético. De esta historia en "bruto" puedes elaborar un relato más complejo. Por otro lado, eso de que dedujo que era la hermana del personaje porque ella lloraba y el otro tomaba licor indiferente, no me lo creo, lo más obvio es que crea que era su amante o una cosa por el estilo. Ese es un punto flojo que le quita misticismo a la historia. Saludos alcestes
 
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