Con las manos en la ventana me he quedado esta noche,
mirando gotas de lluvia deslizarse suavemente,
mientras persigo su rastro fugaz con los dedos
y pienso que quizá estas allí,
que no te fuiste,
que te convertiste en la gota de agua que cae del cielo,
pura como era tu alma
y tan frágil que tiene solo unos segundos para vivir
antes de diluirse en el viento,
como te diluiste tú.
¿A donde te fuiste amor?,
no lo sé,
pero nada por aquí es igual sin ti.
Las flores que me regalaste en mi cumpleaños te extrañan,
¿a donde te fuiste amor mío?
¿Porqué no esperaste un poco más?
¿Porqué me dejaste sola?
Llorando las semillas que nunca podrán cultivarse
Las que esperaban que llegaras al salir del trabajo para plantar.
Mientras lloro, el mudo te llora conmigo recordándote.
Y te recuerdo, sí te recuerdo mucho.
Te recuerdo como eras las primaveras pasadas
con tu sonrisa inocente al viento que era todo mi paraíso.
Las horas te cantaban mientras yo te observaba dormir,
tan seguro, tan mío
parecías tan eterno en mis ojos
que jamás creí que te tu imagen se desvanecería.
Las flores te lloran
y las horas caen,
ya no cantan de alegría como ayer,
y mi voz se ha envejecido llamándote,
pero tú no regresas,
no regresarás más.
Mi soledad te grita
y el viento juega con mis sueños,
en donde escucho tu voz,
pero es un espejismo,
porque ya no estas.
Te amaba tanto
que podría tirarme al abismo
para recoger una lágrima tuya.
Pero de nada sirve,
porque ya no estas.
Tu sonrisa inocente se diluyó
como se diluye el aire de las palabras,
tu cuerpo se contaminó sin poderlo yo evitar.
No me di cuenta que morías
mientras extendía mis manos al cielo
para que seas protegido,
pero al voltear de pronto no estabas más.
El olor de tu cuerpo se transformó en hedor caliente
Y se agusanaban tus entrañas mientras vomitabas
todo el amor que sentías por mi.
Así te fuiste de mi
y desde entonces tu alma y cuerpo fueron cambiadas
por en un gran saco de células,
pero tú ya no regresaste.
¿A dónde te fuiste amor mío?
Porqué me dejaste sola llorando...
El sol me miró con las manos extendidas al cielo
y tuvo compasión.
Me susurró en un rayo de luz
que tu alma vive en mi corazón
y tu cuerpo en mi memoria
para amarte cuando mis ojos se cierren
y volverte a despedir
cuando vuelvan a abrirse,
por el resto de mi existencia terrenal.