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Inicio / Cuenteros Locales / AgustinIglesias / 12 de Octubre

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Era un día normal para ellos, no normal para nosotros, pero si para ellos que habían aprendido a vivir en paz y tolerancia; pero el terror se asomaba metro a metro rompiendo olas y desafiando al viento.
Como la calma antes de la tormenta era lo que algunos de ellos decían sentir, pero no había ningún peligro que pudieran reconocer y todos ellos ignoraron su sentir, no por maldad ni egoísmo, sino porque no cabía en su razón ni imaginación la bestialidad que se asomaba
Yo nunca quise ser parte de las bestias, pero tomaron mi nombre y esta vez fui yo a quien la serpiente tentó, aunque en mi interior no sentí estar haciendo lo correcto me deje llevar, sentí que debía devolverles tantas honras y oraciones.
Guié a las bestias en secreto por las vastas aguas, ni ellas lo sabían, creían estar perdidas, en ese momento me transformé en cientos de aves para renovarles la ilusión y días más tardes les mostré el territorio bajo el ya oscuro cielo.
Llegamos, los conocimos a ellos, eran raros, la mayoría no usaban ropas y hablaban de una forma tan absurda que no se les entendía, obviamente no me conocían y me suplantaban con personajes aún más ridículos que ellos. En ese momento desaté mi furia y les hice notar a las bestias del salvajismo y la atrocidad ética de los lugareños y sobre todo de su carencia de alma dándoles así permiso para su misión. Debían de enseñarles mis hitos, mis formas y mis costumbres y tal vez así algún día formen parte de mi reinado en el cielo.
Quienes se resistían eran condonados a las más crueles torturas hasta que sus cuerpos se desvanecían.
El plan seguía en marcha y los enfrentamientos se libraban, los cuerpos expiraban de un bando y del otro, el paisaje ardía, y el cielo se oscurecía, no quitaba mi mirada de la escena ni por un segundo. Pero algo ocurrió, un viento frió y a la vez cálido comenzó a pasar frente a mi ganándose mi atención, este comenzó a tomar forma y de un momento a otro cientos de ellos comenzaron a pasar por delante de mí. Algunos me miraban con rareza, otros solo seguían y ascendían, pero, ¿Cómo podían los sin alma haber logrado entrar a mi reino? Sentí pavor al verlos y en ese mismo momento pensé que quizás las bestias ejecutadas en combate aparecerían para salvarme, pero no lo hicieron. Fue ahí cuando lo entendí todo, los observe a todos ellos, los mire con remordimiento y temeroso de mí mismo, huí abatido, me exilie en las sombras y el silencio, y aunque eh escuchado solicitar mi ayuda ya no respondo por temor a volver a equivocarme.

Texto agregado el 08-02-2017, y leído por 214 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
08-02-2017 tu cuento parece una historia sacada de la mas imaginaria mitología de mares y bestias y de hombres extraños padeciendo el horror, y como tu lo cuentas deja un sabor amargo por tanta bestialidad . me encanto te seguiré leyendo un abrazo rolandofa
 
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