El sol sale en el horizonte y llego el momento. Es hora de romper el cascaron y salir al mar. La tortuga saca la ultima cascara de su huevo y observa como sus hermanos se preparan para escapar con dirección al agua. ¿Yo tengo que hacer lo mismo? Se pregunta una de ellas mientras se va quedando sola en el nido ¿Por qué renunciar a la comodidad y seguridad que brinda el nido? ¿Si me pierdo y nunca llego al mar? ¿Qué será de mí? Piensa.
Las horas pasan, las aves vuelan en el cielo pero las dudas continúan ¿Quién me obliga a arriesgarme así? ¿Es esto lo que realmente quiero? Para cuando el sol empieza a esconderse sus hermanos y hermanas ya encontraron su destino, algunos el mar en cambio los otros la muerte por las aves. Sin embargo esta tortuga particular sigue en su nido. Es inútil, piensa, los que se fueron solo encontraron la muerte y los que no murieron solo tuvieron suerte, esa suerte que no voy a tener yo, se dice a sí misma. Mi vida acaba de comenzar y ya me tengo que enfrentar a la muerte ¡no es justo! Exclama ¡me voy a quedar! el nido es el único lugar para mi, se repite sollozando.
Ya es tarde en la noche, la luz de la luna refleja el efecto de su decisión. Soledad y frustración ¿es esto lo que quiero? Se pregunta nuevamente ¡claro que es lo que quiero! Se contesta mas exaltado. Es cómodo es seguro es lo que necesito ¿es esto lo que realmente quiero? Vuelve a preguntarse. Ya tome mi decisión ya no hay vuelta atrás ¿si no encuentro la muerte? Comienza a dudar. Tal vez el lugar si es el lugar para mí. Cómo saberlo si no lo conozco cómo saberlo si nunca deje el nido, analiza la tortuga. Esta particular tortuga se encuentra nuevamente en la duda, quedarse y desconocer o arriesgarse y conocer ¿Mi decisión es final? Piensa. Cómo puedo decidir sin conocer, se pregunta. Finalmente y con miedo la tortuga se dice a sí misma, lo único que puedo hacer es dar el primer paso.