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Han pasado tantas páginas entre nosotros, que no note que ya son casi 3 años desde que tus pasos se cruzaron con los míos, que mis ojos solo desean verse reflejados en ti.
Al parecer contabilice de modo errado nuestro tiempo juntos, pensé que solo era un año y resultan tres, no puedo quejarme de este tiempo juntos mi paso a tu lado fue tan diverso como religiones en el mundo, llena de desavenencias y momentos fortuitos. Como reclamarte si puedes dibujar en mis ojos llanto como pintar risas en mis labios
A veces pienso que tengo más reclamos que regocijos pero sería injusto para los dos pensar así, si fuiste tú quien me enseño lo que es amor.
Nuestra primera noche juntos fue inolvidable y memorable al menos para mí, quizá para el resto pasar la noche juntos tenga que ver con sexo… aunque quizá se incluye en el paquete no fue esa la parte memorable.
Fueron varias las veces que me preguntaste si me quedaría a pasar la noche contigo no sé si porque lo deseabas o por compromiso aun años después eres una caja de pandora ´para mí la cual adoro abrir cada día
El día que decidí quedarme me diste una pijama y aunque me sentía el ser menos sensual y lindo con tu dulce mirada lograbas hacerme sentir la mujer más bella del mundo te recostaste en la cama y al echarme a tu lado me rodeaste con tus brazos, sentí que el mundo desaparecía y que en tus brazos estaría segura para siempre o al menos el resto de la noche. Y fue así como pase toda la noche acurrucada en el tibio y dulce veneno de tu piel.
Al llegar la mañana sonó mi despertador y al abrir los ojos recordé que dormía entre tus cobijas y que esa fue la primera noche lejos de casa. Pronto descubrí que teníamos rutinas graciosamente distintas. Pues yo me levantaba a las 5:30 am para lograr alcanzar a mi rutina y salir 6.45 para llegar al trabajo en hora nunca desayunaba y no realizaba ejercicios de la mañana y tu… tu podías dormir un poco más realizabas tus ejercicios para posteriormente tomar una ducha alistarte y desayunar de modo adecuado saliendo a las 7.45 al trabajo.
En esa mañana de julio simplemente me acople a ti. Dormí un poco más de la cuenta me duche a tu lado y desayune contigo, aun siento el delicioso sabor a café en mis labios. Se sentía tan natural como mi propia rutina.
Me tomaste de la mano y me dijiste es hora de partir y subimos a tu auto camino al trabajo. En fin trabajamos cerca ahora que caigo en cuenta. Me dejaste al frente de mi hospital, ese mismo que tantas veces recorrimos juntos y de tu pronto cuando me acerque a darte un beso de tu boca salieron palabras tan frías como el hielo del antártico y filas como un puñal “acá muchos nos conocen” solo te mire con angustia y rabia todo entrelazado y junto a la vez pues a veces no te dejas comprender, me baje sin decir una palabra más mientras tute retractabas y mandabas besos al aire para apaciguar mi rabieta los cuales solo pude ver de reojo.
Solo quedaba decir que después de una mágica velada quedaban las palabras metálicas de una fría despedida. Aunque siempre tuviste razón entre nosotros nunca habrá las ganas de decir adiós, solo las actitudes incompresibles de un hombre que nunca quiso aceptar que tenía corazón y que aun así se resiste a ceder a todo el torrencial que estos sentimientos para el ya enterrados empezaron a fluir escapando de sus manos.

Texto agregado el 18-07-2017, y leído por 74 visitantes. (0 votos)


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