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Inicio / Cuenteros Locales / fosforo / Desde tu pantorrilla Narración Erotica xXx

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Siempre fuimos marionetas de nuestro destino, a medida que pasaba el tiempo y nos recogíamos más y más en nuestra lúgubre silueta, ya entrelazados y sudorosos, tétricos pero a la vez maravillados con nuestras propias formas.

Desde el interior de mí cuerpo sentía salir un leve calor como el de un fósforo casi sin luz ni calor pero creciente a medida que aumentaba el candor de la noche. Tú, desde una esquina de mi habitación te desabotonabas todo lo que no nos interesaba en ese momento, mas no nos importo el destino que cada uno de nosotros había elegido tomar.

Desde tú pantorrilla fui subiendo, poco a poco, hasta poder ver todo lo que se nos a guardado en la gloria hasta llegar al punto indicado. Lentamente, fui subiendo por el escote que formaban tus piernas, y no pude negarme a besar ese enjambre de miel, de dulce aroma, mientras mi lengua lo bebía sorbo a sorbo, poco a poco, descubría con esta, caminos nunca recorridos por ningún peregrino ni misionero en aquella aventura. Me sentí Colón en tierras vírgenes.

Desde tu boca afloraba un esbozo de sollozo que estremeció mis entrañas y perturbo por primera vez en mi vida, mi espíritu en conjunto con mi cuerpo. Mil besos acariciaban mi cuello y mil te quiero sordos murmuraban en mi mente, sabía que era imposible que salieran a flote.

Al tener mi boca acariciando tú espalda y tus pechos flotando en el aire mis manos tomaron tu cintura con fuerza presionándola contra mi pelvis. Una luz iluminó toda la habitación por algo más de una hora, creo que por fin alcancé a conocer lo humano, encandilamiento divino por el que rezo volver a encontrar.

Gritos y espasmos acompañaban la escena que se estremecía cada vez que gritabas. Piel contra piel, el serpenteo de tus piernas al rededor mío, nos decía que esto era clandestino, pero nunca nos importo, éramos libres para hacer lo que quisiéramos.

Tu pelo se enroscaba en mi sexo con tal sutileza que mojaba de sudor los espacios no cubiertos ya por este. Tal jadeo, tal rapidez, tal fijación por lo profano, me hizo caer y rendirme al mismo tiempo que me dijiste asolapadamente... no puedo más. Un grito de bebé, llanto robusto y ensordecedor, casi tocando el cielo hizo darme cuenta que esto ya se había terminado.

Cogí mi sotana y tú, tu habito. Lo ultimo que te dije fue que algún día nos volveríamos a ver y que seria para amarnos por siempre.

Texto agregado el 21-09-2004, y leído por 2711 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
09-12-2008 Muy bueno, muy bien relatado, delicado, pero me llevó a ese lugar, esas sensaciones...lo clandestino pero real. El amor sobre todo, me encantó. lulita_64
03-12-2008 Bien escrito por sutil, no cae en el terreno vulgar en ningún punto de la historia, este es un aspecto resaltante en tu historia. El final es inesperado, pero en el fondo tiene un poco de lugar común... Ha sido muy grato leerte, mis felicitaciones yomismosoy
22-02-2007 Amigo felicitaciones, sorprende, no por el hecho, sino porque te guardas el detalle para el final. Mis estrellas. Gracias 400km
25-04-2006 Me encantó... Tearjerker
25-04-2006 Está bien escrito, tu cuento es coherente y terso. Pero tenía que ser el personaje de un sacerdote para que no pronunciaras nunca malas palabras... Bien. Estoy seguro que tienes alguna influencia de la Iglesia en los sigloS XVII, XVII, XX Y XXI. Nada nuevo hay bajo el Sol en ese aspecto, y se siguen violando los votos de castidad, je je. Saluditos. Mis 5 estrellas. josedecadiz
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