La verdad de la verdad tan solo es una mentira,
forjado dogma para cordial y adormecido público,
la verdad de la mentira es la que debemos creer,
fantasía recreada, forjada en rebelde disonancia,
ingenuo deseo de creer que a mí no me engañan,
pero la fuga del redil en la más lúcida consciencia
no es más que una prevista contumacia calculada

La creencia de la libertad no es sueño ni es razón
el más difuso epítema para nuestra alma indolora
que alimenta la misma ficción que fagocita esa fe;
utopía concreta cicatrizada en los deseos yermos,
en las angustias disfrazadas con la efímera ilusión,
creer porque hay que creer en una postrera verdad
que transforma la catarsis en una nueva identidad

La confianza es una verdad que nos consentimos
una creencia que es más válida que ese opuesto,
vestido de la teoría de la conspiración que nos ofusca,
que pensar mal ahora ya no es lo más acertado,
la fe visible vuelve a ser una desacertada devoción
confiar en uno mismo es abogar por una enmienda ciega

La certeza es la dubia confianza en que creemos,
necesaria verdad, catarsis de obligada reticencia,
creer que la mentira vive en el reverso del espejo,
porque cerramos los ojos a nuestra propia imagen
y suponemos que nuestro reflejo nos debe respetar.

JIJCL, 8 de octubre de 2022