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Inicio / Cuenteros Locales / carlosivankelso / EL ASESINO DE LINDA EVANGELISTA

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Por si alguno no lo sabe, Linda Evangelista es una modelo canadiense de fama mundial, nacida en 1965, que fue una de los modelos más exitosas de los años 80 y 90, ahora en 2023 tendría 58 años y sería ya veterana, pero como esta historia transcurre en 2004, año de los Juegos Olímpicos de Atenas, Evangelista tiene 39 años y aún luce muy bella y radiante. Y fue a pasar unos días a la capital griega, a disfrutar de los Juegos, a hinchar por los canadienses en todas las competencias, y se alojó en el famoso y lujoso Hotel Grande Bretagne, frente a la plaza principal.
Y como sabemos la competencia de básquet masculino en esos Juegos la ganó la selección argentina, con la generación dorada, integrada por los míticos Emanuel Ginóbili, Fabricio Oberto, Luis Scola y Carlos Delfino, entre otros, todos basquetbolistas con pies grandes y olorosos. Cuenta la leyenda que una noche, poco antes de los partidos decisivos que terminaron con la consagración, estos cuatro estaban disfrutando de una cena en un restaurante griego (estamos en Atenas no nos olvidemos) y les llamó la atención que la mesera era una mujer muy anciana.
- Que raro que todavía trabaje una vieja así, en Argentina estaría jubilada – comentó Ginóbili.
- Es tan vieja como las ruinas del Partenón, esta aca desde que vivían loas chabones de la Antigua Grecia – dijo Fabricio Oberto, con su acento cordobés, pensando que la vieja no entendía nada de castellano.
Pero la vieja entendió todo y se acercó a los cuatro basquetbolistas, y les dijo:
- Ja, ja, ja, ¿Se piensan que no entiendo? Primero no soy griega, soy rumana, y segundo, aprendí a hablar español cuando estuve en España en la Guerra Civil, porque sí, soy muy vieja, no tanto como el Partenón, pero cuando estrenaron Zorba el Griego con Anthony Quinn ya tenía como setenta o sea que saquen la cuenta, ja, ja, ja. Y además no me jubiló porque soy la dueña de este restaurante, banda de pelmazos.
Los cuatro basquetbolistas se miraron unos a otros asombrados, ninguno tenía idea de cuando se había estrenado Zorba el Griego con Anthony Quinn, la vieja siguió hablando:
- Uno de ustedes es un asesino, y asesinará a una mina y tirará un Queso, en los próximos días, ja, ja, ja, igual, no importa, ganaran la medalla de oro, porque se cruzaron en mi camino, ja, ja, banda de pelmazos, por algo los cuatro tienen los pies grandes y olorosos.
Tres de los cuatro se miraron extrañados, y estamos hablando de Ginóbili, Oberto y Scola, ¿eran ellos unos asesinos? Se preguntaron, Ginóbili se imaginó como un pistolero del Oeste, Oberto como un sicario narco, Scola como un karateka al servicio de la yakuza, la mafia japonesa, pero no, ellos no eran unos asesinos, el que en cambio pensó que el mensaje era para el, era Carlos Delfino, pues el sí era un asesino, un Quesón, un matamujeres y un tiraquesos.
- Ja, ja, es una vieja loca, somos asesinos, pero del básquet, serial killers de los dobles y triples, vamos muchachos que le vamos a romper el culo a los griegos y a los yanquis, y el oro es nuestro – dijo Carlos Delfino en voz alta, mientras en su fuero íntimo pensó “Debo asesinar a alguien, debo cortarle el pescuezo a una mina, debo tirar un Queso, así seremos campeones y pasaremos a la historia grande del deporta argentino”.
Ginóbili, Oberto y Scola volvieron contentos y tranquilos, aunque algo tomaditos, Delfino en cambio tenía una obsesión criminal y miró al Partenón, como quien contempla la eternidad de los siglos, se puso los guantes negros, agarró la katana y el Queso, y dijo “No habrá un nuevo amanecer si antes no quesoneo a una mina”.
Y como un cazador furtivo salió por las calles de Atenas, su instinto criminal lo llevó al Hotel Grand Bretagne, sus pies grandes y olorosos, muy olorosos, le fue abriendo el paso, recordemos que a Carlos Delfino le dicen el Lancha porque mide dos metros y calza cincuenta, aunque esa noche no calzaba cincuenta, sino como sesenta, la excitación le hacía crecer los pies y el olor era apestante e intenso, insoportable para cualquier mortal. Su instinto criminal, con los guantes negros, el Queso y la katana, lo condujo a la Suite Victoria donde se alojaba la modelo Linda Evangelista.
Esta se estaba bañando bajo la ducha, Delfino la contempló desnuda, con los pechos y el cuerpo, era espectacular, se podría haber hecho flor de paja, el momento lo ameritaba, pero se reservó aquella excitación sexual in crescendo para minutos despues, sus pies podían ocupar media habitación de lo gigantesco que estaban.
Evangelista salió de la ducha y empezó a secarse con las toallas, Carlos la seguía contemplando, la modelo empezó a sospechar que la observaban, pero se siguió vistiendo, iba a volver a salir pero ahí fue que Carlos salió a su encuentro y le interceptó el paso con la katana.
- Oh, What is this, who are you, oh, big foot! – exclamó sorprendida la modelo.
- Me llamo Carlos. Tal vez hayas oído hablar de mí.
Carlos le contestó así en castellano, sin traducción, tomó la katana y se la paso a la modelo sobre el cuello, el cuerpo, esta se sintió atemorizada al percibir el frío de aquella arma sobre su cuerpo, pero paralizada de miedo, empezó a oler y a sentir el aroma y la fragancia de los pies gigantescos y olorosos, fue entrado en extasis, y comenzó a disfrutar que Carlos le desgarrara la vestimenta con la katana y la dejara semi desnuda, y no dudo en inclinarse de rodillas, y convertirse en la esclava sexual del basquetbolista: así le chupó, olió, besó y lamió los pies, una y otra vez, despues la pija, el culo, y el cuerpo entero, y el también disfrutó de sus tetas y de la vagina, siempre con la katana en sus manos, pasándosela encima a la modelo una y otra vez, penetrándola con fuerza y salvajismo con los pies primero, con la pija despues, por adelante y por atrás, estaban en Atenas, y Carlos Delfino creía tener toda la fuerza de Aquiles, Hercules, Odiseo, Perseo, Teseo y tantos otros héroes mitológicos, y así la sometió sexualmente.
- You have come from Olympus, you are one of the gods – dijo Linda Evangelista (tu has venido del Olimpo, eres uno de los dioses).
- Ya te dije, Me llamo Carlos. Tal vez hayas oído hablar de mí. Carlos Delfino, el Basquetbolista Asesino, un Quesón asesino de mujeres y tiraquesos, ¡Queeessssoooooo!
Y así mientras gritaba con toda su furia: “¡Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeessssoooooooooooooooooo!” Carlos blandió la katana y le cortó la cabeza a Linda Evangelista. Un solo corte fue suficiente.
- Queso – dijo Carlos agarrando el Queso y tirándolo sobre el decapitado cadáver de Linda Evangelista, se miró al espejo, vio la katana ensangrentada, contempló la escena del crimen y se fue con total impunidad.
Dicen que la misteriosa rumana entró a la habitación y vaya a saber lo que hizo, al día siguiente el cuarto estaba totalmente limpio y nadie se acordó de la modelo canadiense. Pocos días despues, la selección argentina ganaba la medalla de oro y la rumana festejó el triunfo como si fuera suyo, y Carlos Delfino festejo su cumpleaños, un día despues, comiendo un gran Queso, pues los Quesones no tiene torta de cumpleaños, tienen QUESO. QUESO. Y así finaliza nuestra bella historia la ritmo de “Zorba el griego”.

Texto agregado el 25-06-2023, y leído por 192 visitantes. (0 votos)


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