Vivo envuelta en esta mañana cálida
en una ventana que da al sol
frente al teclado refrescado por un ventilador
frente a la brisa que no llega.

Esperando que más nubes blancas
cubran mi cielo azul y
atrapen a los dolorosos rayos solares
antes de caminar por pistas y veredas
construidas sobre el desierto.

Intentaría cobijarme
debajo de una inmensa sombra
me apegaría a las paredes de cemento
buscando no ser atravesada
por los estallidos del sol.

Intentaría cubrirme
desde los pies hasta la cabeza
con bloqueador y una sombrilla sin agujeros
para impedir que
broten manchas marrones en mi piel.

Pero Zeta dice que aguarde
el contraataque de los ventiladores,
los cubos de hielo en la refrigeradora,
las gafas oscuras y
duchas de agua fría.