LA ORACIÓN A CRISTO

En los últimos tiempos he pensado en la forma como mis oraciones pueden llegar a Cristo desde la tierra hasta su planeta o reino extra planetario. Lo complicado del caso es que las oraciones son mentales, así que valdría decir que la sinapsis en su trasferencia de información u oscilaciones del potencial de la membrana neuronal crea un campo micro iónico donde se intercambian estas cargas eléctricas por la diferencia de potencial entre las neuronas y su exterior o medio de vida. En el cerebro del orador habrá una radiación que aumentará la actividad de la bomba de sodio, mientras que el potasio positivo dentro de la neurona sale y provoca la chispa que luego será propagada al ambiente o al aire. Dicha carga eléctrica sería el medio que contiene la petición para Cristo.
También he pensado que ha estado viniendo y yendo durante estos dos milenios por los avistamientos de naves espaciales extra planetarias. Sin duda es nuestro señor Jesucristo que anda vigilante de la conducta de las personas. Cristo fue un hombre de comportamiento perfecto y el día que se alejó en su nave espacial llamada Nube dejó en claro que debemos ser correctos en todos los aspectos, que los diez mandamientos son un ejemplo de un comportamiento perfecto y quien los cumpliese no sería rechazado en su reino.
Las oraciones son pensamientos que buscan la aprobación de Cristo y estas deben de estar libres de contrariedades. Quiero especificar que el orador se mantendrá dentro de las enseñanzas del Cristo quien siempre inculcó la perfección en el comportamiento.
Pensemos que hay personas con diferentes idiomas, con diferentes lenguas que diariamente están implorando por un bienestar, de tal manera que la lista es interminable si llegase a penetrar en la red micro eléctrica de nuestro Salvador. Eso me lleva a pensar en un lector mental que en este caso es Jesucristo quien codifica e identifica al producto llamado oración, como si fuera un paquete de datos que contiene las angustias y los deseos de los fieles, radiados desde las neuronas hasta el ambiente exterior del cerebro donde son recogidos y transportados por niveles de energía con masas eléctricas insignificantes pero capaces de almacenar la información de lo pedido. Pensemos en átomos cargados con peticiones que se mueven en la red ambiental y dichos átomos son como cartas que serán leídas por nuestro Salvador Nazareno. Pienso en ese poderoso cerebro de Cristo con la facultad de leer estas cargas eléctricas como lo hace un Galvanómetro, pero las cargas iónicas con información del orador son transformadas en el cerebro de nuestro Cristo en Sinapsis químicas para que nuestro Salvador sienta nuestras alegrías y nuestros padecimientos. En este cerebro poderoso la información de todo orador sigue un proceso de radiación, ionización y lectura química. Con esto quiero especificar que el Cristo se alegra o sufre con nuestras oraciones. Estas lecturas electro-químicas recorren el sistema nervioso de Cristo causando la sensibilidad que detecta la sinceridad del fiel. La intensidad aumentará de acuerdo con la fe, entre más se esté seguro de la existencia de Cristo y de la lectura eléctrica que él hace de los pensamientos, mayor será la respuesta y por tanto ser concedidas las peticiones.
Es importante recalcar el buen uso de las oraciones ya que estas pueden causar la aprobación o el rechazo del Cristo. Leer los evangelios con mente abierta nos ayuda a conocer la verdadera personalidad de nuestro Salvador quién rechazó toda conducta que se aleje de la mentalidad de un niño que no tenga la influencia del adulto malvado. Recuerden que la sensibilidad de Jesucristo vendría siendo como una herida abierta. Si lo presionamos pidiendo venganza o catástrofes, él sentirá mucho dolor, pero si por el contrario alabamos su existencia y damos gracias por enseñarnos a comportarnos bien, pues evitaremos que sangre su herida. Orar significa, por tanto, comportarnos bien poniendo en práctica los diez mandamientos.