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¿A que huele la libertad?

Hace tiempo, ya no recuerdo cuanto, pasaba largos periodos mirando la nada. Bueno, observaba, perdía el foco de mi vista, e inmóvil contemplaba algo que no comprendía.
Pasaba largos periodos mirando hacía cualquier flanco, no importaba cuál fuera, estaba en todos lados pero no podía comprender de que se trataba.

Lo veía, al replegar mis ojos por la mañana, en las aulas repletas de cadáveres, en las terrazas y hasta en lo autos!!! No había instante en que no se plantara, caprichosamente, delante mío, inacabable, multiforme, mutable y no se diera a conocer nunca.

Una tarde de otoño comprendí que jamás entendería su vuelo, que solo a partir de mi percepción iba a comprender lo bonito de las cosas, porque estaba en todas partes y en ninguna a la vez, en todo lados…

Mi absurda intriga juvenil plagada de decepciones, abandonos, añoranzas, y por sobre todas las cosas solitaria, me hicieron concebir que aquella figura comprendía algo más que una simple imagen, que contenía distintas vibraciones, distintas a las visuales.
Con el tiempo caí en la cuenta que se trataba de los sentidos. Que uno podía oler, ver, sentir, oír, etc.… pero aquel instante me revivió la magia de la división, Pude comprender que en una misma situación uno puede llegar a percibir “cosas” de forma diferente, que el receptor no es único, sino (como tanto me gusta) multiforme.

Aquella tarde de otoño supe que había un secreto que jamás nadie me iba a contar. Y pasó el tiempo y se fueron sumando muchas más ideas, inagotables, eternas. Aun hoy se apilan en mi imaginario, torres de secretos que exploro, perpetuos laberintos que me demuestran los inconquistables deseos, imágenes que apilo en cajones arcanos; ya lo sé, rebelión a la soledad.

Rebelión de los sentidos. ¿Dónde estoy? Se han sublevado las palabras, ya para siempre.

Cuando descubrí que el aire contenía innumerables secretos e incontables sensaciones, reposé (sin para de moverme) ante la perplejidad de la certeza de creer conocerlas. Otra vez, ¿dónde estoy?. Intentando describir por que no me atrevo a responder a que huele la libertad. Ahí vamos, no en vano, la libertad se asemeja mucho al aire, y repito, inacabable, multiforme, mutable, son siluetas del aire, de la libertad. Y claro, creo que a esta primitiva observación quería llegar, que el olor se hospeda en el aire y en el aire esta la libertad, la incontrolable actividad de perder el tiempo, espacio, ser conciente del tiempo y espacio, pero no!, no hablemos de eso, disgusto del lugar donde estoy, plagado de cadáveres, moribundos, personajes perplejos, sin sentidos, ni juegos, condenados a la infelicidad. Pero yo no me siento feliz, solo vivo, es aun más triste quien no desea la felicidad, porque le tiene miedo a la infelicidad, pues aquella persona esta estática, inmutable, y ahora sí, imperceptible, no como el aire, misterio eterno en los olores de la libertad.

Texto agregado el 04-06-2003, y leído por 224 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
06-06-2003 Cielo, hay inspiración en ti y lo que es mejor aún transpiración. Que bien lo haces!! hache
06-06-2003 Una introspección interesante.Quién no recuerda el momento en que descubre la profundidad de las cosas?Si no lo recuerdas...tal vez no lo hayas descubierto...gracias por compartir ese momento tan mágico! Nusk
 
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