En estas y otras cavilaciones me asaltó de improviso la idea de que si no sería más fácil dejarme lklaevar. El martilleo de la responsabilidad me provocaba dolor de cabeza. Un SI y un No luchaban con espadas de desconcierto mientras mis ojos miraban sin ver al profesor de latín. La responsabilidad es la abuela de mis éxitos y la madre de mis fracasos.
Vuelvo al mundo exterior cuando siento un hilillo de sangre corriendo por mi barbilla; esta vez el mordisco ha sido más brusco que de costumbre. A través de la primera declinación vuelvo a viajar a la guerra de monosílabos. La batalla llega a su fin a las 14 horas. Un golpecito en la espalda es la señal de victoria: " Bueno, ¿te vienes". La voz de Juan revela impaciencia.
Mi conciencia se ha quedado sin familia.