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Noche extraña

Volvió a su casa después de una larga jornada de trabajo, estaba oscuro, pero el camino ya lo sabía de memoria, no entendía porque el barrio se había quedado sin luz, es algo que no suele pasar en la época que vivimos, y a decir verdad él no recordaba cuando había sido el anterior corte de energía eléctrica. No le dio trascendencia, pero si importaba que cuando llegara a casa tendría que hacerse una cena a oscuras, además de las tareas del hogar que acostumbra a hacer en la noche. Resolvió todo en unos segundos, se desviaría unas cuadras de su casa, iría a comprar de comer y lo de las tareas, así como doblar ropa y hacer una limpiadita rápida a la cocina, quedarían relegadas para un día más propicio, pero no hoy. Es como un día de vacaciones, aunque se podría decir que son todos los días, ya que la casa es un desorden y todo está tirado y ni que hablar de su dormitorio que parece un chiquero, pero así es la vida de soltero.
Después de desviar su camino y llegar a la tienda de comidas que está a dos calles de su casa, pidió un bocadillo de lomo para llevar, mientras esperaba éste comenzó a observar la oscura calle. Lógicamente como siempre sucede vio algo y digo como siempre sucede por dos cosas, ustedes quienes leen la historia esperan que algo suceda y Roberto el personaje también, de lo contrario ese sería un día como cualquier otro y él ya está cansado de los días comunes, pero esta vez, algo apareció en la oscuridad. Un pequeño ratón blanco se hizo presente ante sus ojos y caminó lentamente por la vereda frente al local, no sé si lo hizo adrede para que fuera visto o simplemente tenía ganas de caminar lento y además apoyado en la oscuridad se sentía más seguro. Pero este no escapó a la mirada captadora de Roberto que sin pensar quiso tenerlo. Para qué querrá este hombre un ratón, se preguntará la gente, no lo sé, tal vez es que es blanco y es lindo, quizás siempre ve ratones y el hecho de verlos siempre en películas o en quien sabe donde, lo lleva a codiciarlo, no olvidemos que codiciamos sólo lo que vemos. Esa es una frase de Dr Lecter en The Silence of the Lambs, pero eso no interesa a la historia.
Roberto vio el ratón y de inmediato quiso atraparlo, así fue que salió del lugar muy sigilosamente en busca del ratón, pero el dueño de la tienda al ver que se retiraba, salió tras él para que se llevara los paquetes y obviamente le pagara, el grito del comerciante hizo que el pequeño roedor se asustara y saliera rápido de allí. Esto no le gustó mucho a Roberto, puesto que además de perder el ratón, el hombre de la tienda lo tomó de embustero o de gracioso, algo así como te pido la comida y me voy mientras la hacés, eso lo hizo sentir mal, pero no mucho, pagó la cena y se retiró del establecimiento.
Caminaba de regreso a casa y se preguntaba que habría sido del ratón, él lo quería, pero no por las conjeturas que antes nosotros habíamos sacado, lo quería porque había visto en él un roedor de laboratorio, por lo tanto un conejillo de indias, por lo tanto algún animal al que se le practicaron experimentos, una cosa así como hulk o el súper ratón, o algo por el estilo.
Es que la imaginación de una persona aburrida no tiene limites hay que entender esto, además si el ratón llegara a ser algo de eso, tendría muchos beneficios la persona que lo tuviera de mascota o de manager. Dejó de pensar en el animal y se dirigió a casa, atravesó la reja de su casa, pero por la puerta, allí mismo apareció nuevamente el ratón; junto a la puerta de madera.
La casa de Roberto es de esas casas de barrio, o sea un patio pequeño entre la calle y la puerta con una reja pintada de verde y un portón doble, por si algún día tiene auto. Tiene césped, o el viejo y bien ponderado pasto, con piedritas para que la gente pise y no estropee la verde gramilla, de esas piedras que nadie pisa y terminan estando por estar, pero que deberían cumplir esa función. Luego de cruzar el patio está la puerta de entrada y la ventana y fue allí entre la puerta y la ventana que el ratón apareció. Estaba sólo ( no es que los ratones siempre te traigan a un amigo, pero quiere decir que estaba sólo muy sólo.)Roberto se acercó hasta donde estaba y el roedor permaneció intacto, estiró la mano lentamente para tomar al animal, lo hizo muy lento para no asustarlo, así, poco a poco, un poco más, un poco más, un poco más, media hora después ya estaba a tan sólo un centímetro; pero el animal, sí el animal de Roberto, dejó caer el bocadillo que tenía debajo del brazo, esto asustó al ratón y salió corriendo, pero esta vez para adentro de la casa.
La casa estaba cerrada, pero en la puerta había una entrada bai ven para perro, de esas de las películas, que sólo aparecen en las películas y que nunca nadie vio en ningún hogar, en ninguna casa con perro hay de esas cosas al menos ni yo ni mis amigos ni los amigos de mis amigos ni ustedes, vieron una de esas en una puerta. Bueno Roberto tenía una y lo más tonto es que no tenía perro. Se apresuró por encontrar las llaves en su bolsillo, cuando las tuvo en su poder, abrió la puerta tiró el bocadillo al sofá y buscó algo para alumbrar la casa.
Prendió un farol y enseguida tomó una linterna para ir en busca del roedor. Buscó por todos lados, debajo de la cama, en la cocina y rincones, en la despensa y debajo de los muebles, podría haber buscado toda la noche que jamás lo hubiera encontrado y no es que yo sepa donde estaba, es sólo sentido común. No se encuentra un animal de esos fácilmente. Después de horas de buscar decidió comer lo que había traído, se sentó frente a la ventana y cuando abrió el paquete la luz retornó.
Cambió la silla frente a la ventana por el sofá frente al televisor para comer, se sirvió un buen vaso de cerveza para acompañar el bocadillo. La cerveza de esas de promoción en los supermercados, la cosa no está para gastar mas de la cuenta y de última todas tienen más o menos el mismo gusto.
Luego de terminar la cena y después también de hacer zaping por varios minutos apoyó el control remoto a un costado, levantó los pies, los apoyó con sutileza en la mesa ratona y cerró los ojos.
La luz del living tenue le permitía dormir, pero también se podía ver cualquier objeto de la habitación, por lo que cerraba los ojos y los abría, miraba algo y los cerraba, los abría, miraba la TV, los cerraba, abría nuevamente y así por varios minutos, y lo hizo tantas veces que al final confundió el hecho de tenerlos cerrados o abiertos por lo que lo que vio después lo confundió en que si era real o un sueño. Es que jamás lo pudo averiguar, pero el ratón apareció ante el nuevamente y esta vez con una pancarta que decía, no mas experimentos, no mas ratones de laboratorio, libertad o muerte ahora.
Eso no estaba bien, los ratones no escriben, pero éste se le puso justo en sus narices y lo miraba con actitud desafiante.
Cualquiera en el lugar de Roberto pensaría que esto es una premonición y terminaría saliendo en los medios tratando de terminar con el uso de ratones de laboratorios, también intentaría concienciar a los defensores de animales para que apoyaran la causa, pero este no es el caso. Roberto estaba tan cansado que quería dormir. Además el siempre defendió el uso de estos animales para frenar enfermedades o cualquier cosa que afectara a la raza humana, por lo que tomó el control remoto y con un violento golpe eliminó al ratón que luego disecó y lo colocó con la ayuda de un alambre en uno de los muebles de la casa. Quedó muy bonito y decorativo. Lamentablemente, o por suerte, nunca encontró la pancarta y por su seguridad mental nunca lo comentó a nadie.



Texto agregado el 14-11-2004, y leído por 122 visitantes. (0 votos)


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