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Tres Historias Con Nombre de Tango
El amanecer me trae la luz y con ella el desaliento que me arrasa como el huracán y otra vez siento que voy cuesta abajo dejando atrás un viejo callejón en donde hay sombras nada más , para llegar hasta el café de los angelitos, donde me espera la copa del olvido que hará dormir mi dolor.
Me quedo parado en la vereda hasta que las quejas del bandoneón me arrastran adentro y me digo
El maestro, que no deja de tocar le arranca a su viejo bandoneón una lluvia de estrellas, y sus manos parecen de cristal, hechas de pura inspiración. Entonces siento deseos de volver, por el mismo caminito que una vez me alejó, a la juventud del cuarenta, donde quedó toda mi vida. Sólo tengo los recuerdos que como una estampa tanguera, me hacen sufrir esta nostalgia que se mezcla en mi garganta con arena, y el silencio de esta soledad es la amargura de saber que mi sueño de juventud y mi felicidad se perdieron allá en le bajo, frente al mar y bajo un cielo azul. Se va la vida lentamente y no he de volverlo a intentar porque como ella ninguna, no la hubo ni la habrá.
La hora en mi antiguo reloj de cobre me dice que se ha hecho tarde y mentira si me di cuenta cuándo se llenó el lugar. En un rincón hay una mesa vacía, la voy a ocupar.
El maestro toca sin parar, no necesita cien guitarras porque sabe que gustar, consiste sobre todo en su pimienta y en la misma música que a menudo sin palabras dice más. Son mágicos destellos esas notas que al brotar, recorren el Café, como la brisa que en las noches de abril recorre toda la ciudad hasta encontrarme para hacerme recordar murmurándome al oído que sólo se quiere una vez.
Lo admiro tanto que hasta el tiempo se me ha escapado de las manos y ha caído sobre mí, ahora que es cuando llora la milonga, la melancolía de esta tarde gris. Ahora sé que es este el concierto en la luna del que mi viejo siempre habló, y es que así bailaban mis abuelos el tango, y a media luz eran dos amores que se fundían en la llama de un solo beso pasional. ¿Quién es este que se acerca? No lo puedo distinguir. Pero si es jorgito, mi amigo del alma.
-Vení, Jorgito mío, sentate un momento no más, charlemos ¿cómo estás, buen amigo? Brindemos de una vez y disfrutemos juntos después las añoranzas de nuestro ayer. ¡Mirá! Nuestra vieja amiga ha venido también ¿Te acordás que le decían la loca de amor? ¡Vení, vení a nuestra mesa Grisel! ¡MOZO! Sirva una vuelta para estos tres amigos y que sea esta noche de copas, no se apresuren, yo pago, sólo quiero que soñemos otra vez y que arranquemos la pena que nos hiere desde el alma hasta el mismo corazón, por este mal de amores que sufrimos los tres. Pero si estás llorando, Jorgito ¡Vamos contá, desahogate!
- tú lo has dicho, amigo mío, estoy llorando, ya lo ven, no por tristeza, sí por bronca, por lo estúpido que fui, y ahora ríe payaso, aceptalo, esto es así. Es este rencor el que más duele y en lo profundo de mi pecho se parece tanto a un lamento ¿por qué la quise tanto? ¿Cuál habrá sido el motivo que una noche la hizo huir? Ya lo dice el viejo tango “aguantate Casimiro” pero… ¿Saben…? Esto no es justo… fueron tres años que la quise… y escuchen, aquí va mi confesión… es que aún la sigo amando y extrañando su calor.
- Querida amiga has escuchado, nuestro jorgito ahogó sus penas, y ahora que él ya habló, es tu turno, vamos, empezá que después voy a hablar yo.
- En cuanto a mí, buenos muchachos, ya no me importa nada. Soy estrella en los boliches. Ya no sufro por amor. Yo no sé llorar, y es verdad que lo han visto con otra…pero la indiferencia es más letal, y él nunca supo de mi destino de flor, que no puedo amar nada más que un corazón. No es que quiera presumir pero les aseguro que hasta Malena me tiene envidia cuando se trata de amar. Ya ven ustedes, mis amigos, después de todo mano a mano, hay que admitirlo, les repito que no sufro y si siento apenas es sólo lástima por esa buena mujer.
- ¡MOZO! La última copa para estas tres esperanzas del amor. Ustedes saben mis delirios y mis noches de sufrir, son por la ausencia de María y sus caricias que perdí. Muchos me dicen aún “tu diagnóstico es desengaño. Eres víctima de la traición”. Esos sí que no saben cómo se muere de amor por alguien que amas y se ha ido, que para siempre dijo adiós. Uno muere de tristeza, y cuando diez años pasan, los otros diez todo es igual… nunca termina la agonía de esta dura eternidad. Cuando sus ojos se cerraron sentí mi vida extinguirse… desde entonces lo paso vagando, tratando de evocar su amor, y me apena confesarlo… a veces me olvido de su voz. Amigos se ha hecho muy tarde. Vuelvo a casa. Ya me voy. Nos volveremos a encontrar, allá en el café Domínguez, o en cualquier otro lugar…
… ¡Qué noche más linda esta! Si estuvieras aquí conmigo… Cuando te fuiste quedó un vacío llenándolo todo a mi alrededor, y aunque vivas en el cielo, sé que sabes de mi llanto por las noches, de este dolor que me consume…
El eco de una vitrola que grita la Cumparsita, me hace soñar contigo, bailando el tango allá en el cielo…ese día ha de llegar y será el día que me quieras como antes otra vez, yo te quiera también y volvamos a empezar

Texto agregado el 11-01-2005, y leído por 136 visitantes. (2 votos)


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