Cansada de hacer piruetas en el aire la diminuta mariposa se posó en una rama de un rosal silvestre, al querer acercarse a la flor para libar de su néctar, se clavó una espina profundamente en su corazón, el pimpollo al escuchar los gritos de auxilio trató en vano de ayudarla , pero cada vez que hacia el intento más se ahondaba su herida, tanto aleteó para zafarse de ese verdugo, hasta que el color amarillo de sus alas mojadas, salpicó al capullo, que en su impotencia por liberarla fue transformándose en ese color.
Se escuchó el ultimo suspiro de la mariposa y en ese momento y para siempre el pimpollo a cada uno que pasaba le relataba la historia, era tan bello y perfumado que les pedía solo que sintieran su aroma, que acariciaran sus pétalos aterciopelados y que las gotas no eran del rocío de la mañana, son las lágrimas eternas de un vuelo majestuoso, con un muy triste final.

Penny