-Debes resistir, no te puedes morir ahora- decías hace unos meses, ahora ya solo puede estar en tu recuerdo, y no entiendes lo que pasa, ni aún lo que pasó.

-No es suficiente una vida para vivirla contigo- decía el hace más de un año y tu sólo acertabas a sentirte afortunada por el hombre tan tierno y especial que tenías al lado, que con sus dificultades, sus defectos y sus virtudes sabía como hacerte sentir viva, y por que no feliz.

-Aún no creo que sea correcto-dijiste en alguna ocasión- deberíamos esperar un poco y pensarlo mejor- pero tú sabías que querías hacerlo.

-Tengo que contarte algo un poco delicado- y viste su rostro preocupado, presintiendo que aquella advertencia no era más que la confirmación de aquello que ambos venían temiendo desde que tu cuerpo no respondía como habitualmente lo hacia y le contaste que ya el médico te había confirmado lo que pensaban.

Ahora el te confirmaba que algo dentro de él lo estaba consumiendo por dentro, y lloraste ante la perspectiva de no volverlo a ver, no pensabas que la muerte viniera a hacer estragos al lado tuyo y menos que fueras a perder a quien más amabas.

-Debes resistir, no te puedes morir ahora- decías al frente de una cama de hospital - márchate, eso no le hará bien a tu embarazo, además no quiero que me recuerdes así- decía él.

A la hora de su muerte estuvo sólo, pues tú estabas en el parto y en el mismo momento que entregaba su alma, nació su primer y único hijo, y tu frente a un ataque de lucidez decidiste que su nombre sería el mismo del que entregaba ahora su alma y supiste que el estaría ahí contigo, por lo menos un poco más de tiempo.

Ahora lo vas a visitar y sabes que el destino tuvo misericordia de ti pues tu amado no murió.