Comienzan con la idea en sus mentes. La siembran, cuidadosamente la aman estando depositada en cercanas vasijas. La riegan y alimentan, la personifican y traen a sus vidas reales.

Es de la superficialidad de quien hablo; aquella dama que nos deslumbra a todos con sus dotes de competitividad y falsedad; quien usa artimañas peligrosas relacionadas con sus herramientas de carne y huesos. Y es que ella es sólo eso: un conjunto de carne y huesos, que nos dan la imagen de hermosura e influyen en nuestras flexibles mentes para modificar su contenido e ingresar a ella a menudo.

“Miren, ahí va. La mina rica, la gorda y la bella. La flaca demacrada, el feo insuficiente con sus insignificantes tonteras.”

Sólo palabras superficiales, y es que piensan con la vista!! Pareciera como si no vieran el real contenido; o será que ellos no tienen el dote de ver más allá de la carne?

Algunos, para escapar de la superficialidad de la gente, se disfrazan. Suaves sedas y conglomerados terciopelos se unen para enmascarar a la persona, la que huye de la mirada atónita de los demás. Creen que pasan de una etapa a otra; su escapatoria es el ocultarse bajo tumultos inservibles, creyendo que su plan se concretará: ...recibir hermosos elogios, los cuales sólo forman parte de una pila de mentiras. Son esas mentiras las que rodean la espiritualidad de los que huyen de la superficialidad. ¡Es que ellos son una mentira!