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Travesuras
- Micaela...¡quédate cuidando a tu hermanita, que mama solo tardará unos minutos en comprar el pan que se olvidó!
- Bueno mama...te espero a la sombra de los árboles.
Le respondió mientras acariciaba el dorado cabello de su muñeca que llevaba en brazos.
Después de la escueta indicación, ingreso apresurada la madre a la panadería.
Se demoró mas de la cuenta ya que varios vecinos aguardaban la salida del pan del horno a leña, se lo consideraba el mejor de la zona.
El local estaba sobre el único acceso al pueblo, era una calle de no mas de 200 metros hasta la ruta, con pendiente bastante pronunciada que comenzaba a escasos metros del comercio.
Mientras tanto Micaela inquieta pero bastante responsable por su temprana edad, decidió jugar con el coche de la beba, le fascinaba ver como se deslizaba al mas leve impulso de su mano sin emitir ningún ruido.
Después de una prolongada espera en la panadería, la mujer al fin logro salir con dos pan francés calentitos bajo el brazo. Camino por la entrada rodeada de flores hasta la vereda, giro hacia donde su hija estaría esperándola con la hermanita a la sombra de las acacias pero no la veía, tampoco al cochecito...de un sobresalto grito su nombre...¡MICAELA! mirando apresurada en todas direcciones, corrió los últimos metros llanos hasta el comienzo de la bajada y horrorizada vio como se deslizaba el coche bebe por la pendiente y Micaela corriendo detrás tratando de alcanzarlo.
La bolsa con el pan voló por los aires mientras la madre corrió desesperada por la bajada gritando a mas no poder, pero nadie estaba allí, nadie la oyó, todos estaban demasiado ocupados esperando el pan...
El camionero si bien aminoró la marcha, todavía venía a una velocidad considerable, mientras silbaba su melodía preferida acompañando la radio mirando cada tanto hacia uno u otro costado de la ruta.
Al ir llegando al cruce centro mas su atención sobre esa calle bordeada de acacias que descendía. No veía ningún vehículo, solo a una niña que bastante lejos corría cuesta abajo, a pesar de ello no acelero todavía...a veces un inexplicable acto reflejo...
Repentinamente un escalofrío recorrió todo su cuerpo...frenó bruscamente mientras tomó el volante con firmeza. El chillido de los neumáticos era ensordecedor entre medio del intenso humo azulado pero ya era demasiado tarde...
Vio por el espejo retrovisor como las duales parecían devorarse a aquel pequeño móvil que ni siquiera sacudió al pesado camión.
Al fin logro detener al pesado vehículo y temiendo lo peor con sus piernas temblorosas, corrió hacia detrás escuchando gritos desgarrantes que provenían desde la calle del pueblo. También vio a una niña pequeña llegar ya sin aliento entre medio de llantos y sollozos, ambos tenían el mismo interés en común a medida que se acercaban a lo poco que quedaba de aquel vehículo que era solamente una maza irreconocible entre medio de telas desgarradas que escasamente dejaban ver una cabeza aplastada.
Los gritos de mujer cesaron de golpe al desplomarse antes de llegar al fatídico escenario.
Micaela desorientada por unos instantes se detuvo y luego se volvió en auxilio de su madre.
No entendiendo esa actitud el pobre chofer como esforzándose siguió sus pasos deseando no ver como se formaba un charco de sangre bajo los caños retorcidos y ruedas que no girarían pero...
Pasado unos minutos al fin la mujer volvió en si, a su lado una traviesa niña muy apenada y un señor desconocido intentaban explicarle lo sucedido.
Presuroso un buen vecino traía en brazos además de la bolsa del pan, a una beba envuelta en su pañoleta. La había encontrado sobre el césped cerca de la panadería a la sombra de una acacia.
Recién en ese momento Micaela sintió el fuerte abrazo de su madre y el calor de sus labios en su tierna mejilla, mientras observaba la cara mas distendida del hombre que entre sus dedos, sostenía una aplastada cabeza de muñeca.
Cuentan los testigos que el camionero dijo a la niña:
- No te preocupes Micaela...te comprare la muñeca mas hermosa que exista y un flamante coche para tu hermanita.
Nicolas D. Jackson

Texto agregado el 06-02-2005, y leído por 156 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
06-02-2005 uy, menos mal que tuvo un final feliz, conozco El dorado, pasé muchas veces por ahí yendo al Brasil Doctora
 
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