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Éste es el principio de una historia sin comienzo (o la de una escrita por alguien que no sabe comenzar). Día cualquiera, Hora cualquiera. Tumbado en la cama, sobre su mullido edredón con unos simpáticos elefantes rosados bordados, que agarraban con sus trompas copas, presumiblemente alcoholizadas, debido a la cara de perniciosa felicidad que lucían. No pensaba en nada más allá de la forma más cómoda para cambiar de postura, ya se le dormía el brazo izquierdo bajo la almohada que a su vez también yacía ligeramente ahondada por el peso de su cabeza.

De repente, un sonidito, tal que "plín", le despertó de su aletargado estado. Era el Messenger. Miró hacia su pantalla, siempre encendida, atraído por la curiosidad..o más bien por el interés que a todos nos surge a veces, cuando esperamos que llegue algo que cambie nuestras vidas de sopetón llegue así. Un plín. Y en cierta manera..así fue.

Se levantó para poder observar con absoluta calma una de las frases más estúpidas que había oido en su vida..o un nick más de messenger, que al parecer disfraza estas patéticas composiciones de halagos profundos y místicas comprensiones repentinas de la vida en general.

MI HAMSTER HA INTENTADO MATARME, rezaba.

- En fin.. -pensó. No hay nada mejor que hacer al fin y al cabo. Le preguntó, y descubrió una fascinante historia. El chaval en cuestión, llamado Edu, le reveló una historia digna de ser escuchada. Había sido operado poco antes,concretamente un par de días. Fractura abierta del dedo corazón en su pie derecho y dos costillas que habian astillado su apéndice. Él, que a todo ésto, se llamaba Juan Carlos..ejem..Juan Carlos, como decía, no le preguntó cómo carajo se había hecho eso..por respeto, digamos. El caso es que ya después de operado y en su casa, decidió sacar al hamster de su jaula. Le gustaba ponérselo sobre el pecho y sentir sus patitas enredándose en su pelambrera pectoral, le gustaba hasta límites..orgásmicos, tal y como le contó Edu.

Juan Carlos cada vez se sentía mas estafado, incluso llegó a cerrar la ventana del dichoso Messenger alguna vez que otra esperando que no volviera a abrirse mientras leía los deportes en una web de ésas de información general, "marca.es" o algo así. Pero no dejaba de embestir en la parte inferior de su pantalla y en sus orejas, excelsas productoras en cera (todo sea dicho), el puto cuadrito azul y el puto tikitlín, del cual ya no pensaba que le cambiaría la vida más que para pensar en cortarse las venas ante la indignante pesadez del contertulio virtual.

- Increible lo que hacen las nuevas tecnologías - ironizó en voz alta, como le gusta hacer siempre, pensando en que alguien le escucha en algún lugar y se ríe, aun dudando (con razón) de lo gracioso del comentario. Pero siempre hay alguien que se ríe. Volvió a prestarle atención y la cosa se había vuelto escabrosa, cuándo menos.

Edu le contaba que mientras el placer llegaba a sus partes hondas debido al cosquilleo anteriormente descrito (y por favor, no me hagan repetirlo), el hamster se dirigió hacía su herida, buscando unas migas de galletas anteriormente devoradas sin miramientos y que se habían quedado bajo el vendaje. El bicho de los cojones, como apostilló Edu, escarbó y escarbó a lo cual la herida no resistió las dentelladas de esos poderosos dientes amarillentos, dignos del conde Drácula de los hamster. Y le abrió la herida del costado. Edu empezó a desangrarse compulsivamente, de una manera parecida a como se deshinchan los flotadores, se llevó la mano a la parte y se asustó al verse bañado en sangre. El hamster corrío y se escondió debajo de la manta, dejándolo todo perdido por consiguiente. Y el amigo Edu se levantó muy inteligentemente, provocando una mayor obertura en su ya de por sí escandalosá herida de siete preciosas y relucientes grapas, de las cuales, dos ya habían saltado en parte de su procedencia, sin llegar a desgarrar su lechosa carne, pero si provocando una especia de cataratita de sangre que no dejaba de fluir. Corrío al baño, cogió la toalla, y lo demás ya era pura morralla. Que sí hospital, que si otra vez grapas, que si el animal además había provocado infección y otra semanita de hospital...Pero todo esto, a JuanCa, siendo sinceros, le importaba una mierda. Estaba demasiado fascinado con lo que acababa de leer. Ni siquiera se planteaba ya la posibilidad de la estafa, ya que conocía a Edu, y sabía que en la vida habría sido capaz de inventarse una cosa parecida, y muy probablemente si habría sido capaz de ser tan ímbecil como para que le pasase algo así.

Después de asumir la historia, lo que conllevan cuatro lecturas mas a la conversación de Edu..Juan Carlos no pudo hacer otra cosa que volverse a la cama. Se tumbó de nuevo sobre sus elefantes. Y sonrió.

Sí. La vida le había cambiado. Ese tlín existía. Ahora ya sabía que había gente mucho mas estúpida que él. O con mucha peor suerte. O ambas cosas. Y decidió dejar de preocuparse de nuevo por temas de los que él o no era responsable absolutamente, o de los que nunca fuera a encontrar solución. Sabía que no era la manera de alcanzar la felicidad plena, pero también sabía que no la necesitaba. Se contentaba con pasar y pasaría, ya lo creo que pasaría. Y muy contento. Total. Todo es tan irrisorio como la puta historia de Edu.

Texto agregado el 12-02-2005, y leído por 99 visitantes. (0 votos)


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