SONRISA DE CHOCOLATE

Tarde, el calor del sol ya se aleja hacia el oeste. Marie Chantal escucha adormilada la voz de sus sueños.

Por la vereda de la cercana avenida, de árboles meciéndose en el viento veraniego, pasan, viajeros impertinentes, vociferando, haciendo el ruido que irrumpe en el silencio tan querido.

Marie Chantal abre los ojos con lentitud de porcelana, y siente que la niña la mira…es una niña de pelo lustrosamente negro, de mirar dulce y sonrisa de chocolate.

Marie Chantal se levanta de su postración, trata de acomodarse en su somnolencia, para sentir plenamente el mirar de la niña. ¿Es su mirar lo que desea sentir, o es a la misma niña a la que desea contener en sus sentidos?

Con amabilidad la mujer pregunta a la niña: ¿Cómo te llamas?...no hay respuesta a la pregunta.

Desde la puerta de su habitación escucha que alguien dice: ¿Marie Chantal estás sola?

Una ráfaga briosa cual caballo al galope viene desde la calle, y Marie Chantal se yergue liviana, blanca, llevando en su rostro una sonrisa de chocolate.