Desabotone tu blusa y ahí eh vivido
en la exacta concavidad de tus senos
y más haya, a la orilla de su sombra
donde pende tu corazón, como una luna,
eh vivido.

Y no eh podido irme, desde entonces, con la marea
donde deje mi cuerpo, mordiendo arena.

Ni con la mirada del campesino al cielo
donde echa sus tristezas, como en un costal.

Me eh ofrecido, ah ser comido por la calle
por sus labios de asfalto y lengua de cemento.

Ofrecido a hundirme como una piedra
junto al cuerpo de los que yacen ahogados.

O flotar como una botella, con un papel que tiene dentro una nota suicida.

Eh hablado, en una conferencia de sordos
diciendo que los únicos que necesitan lentes
son los ciegos.

Gritado, en la misa de todos los domingos
que dios es ateo.

Marchado, frente a la manifestación de los cuerdos
y la razón,
con una pancarta colgado en el pecho
diciendo, que estoy echo un loco, por tu amor.