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DOCTOR EX-LUCER & LA PERROSIS COLECTIVA

Sin querer queriendo llegaste caminando y como nunca, “lucido” al carrete de la María paz, ahí estaban todos, los mismos carachos que has visto ya durante cuatro años, reunidos como cada cierre semestral, para hacer lo mismo que cualquier fin de semana: moverse sin sentido en torno a ruidos calentones y beber un par de horas “sin tema” mas que las ultimas adquisiciones materiales que últimamente han dado sentido a sus triviales vidas. Al rato todos viran con distintas excusas y tu vuelves a quedar tirado, raja. ¡Nadie te pesco!, Ni María se preocupo por ti, pero no te importa, ya te has acostumbrado a la idea de no encajar, aquí ni en ni un lugar. Es mejor que nada, es mejor que los últimos círculos en los que has rondado... ¡todo es tan patético¡ ¿cómo has logrado sobrevivir? Tus compañeras caminan por el mall fingiendo voz “paltona”, tu: desechado y deprimido las miras acercarse respingonas y soberbias, dejando estelas de baba masculina en su paso. Con esa típica carita de “no te pesco” pasan por el lado y te percatas como la inseguridad carcome su imagen ¡tan top! Al mirarlas fija y profundamente a los ojos. Volteas y la vitrina repleta de obscuros discos refleja tu desaliñada imagen. Piensas: en mi radica la causa de todos mis males...

Todo el mundo reacciona efervescentemente y sin disimulo ante algo que para ti es tan banal, lo erótico; de donde provenga, Glamoroso o picante. Siempre está presente, en la calle, en un bar, en las veredas de edificios en construcción, en las playas y en todo lugar; todos babean, aúllan y ladran retorcidos en torno a
La imagen de la chica contundente, despampanante y atrevida que se pasea con peligrosa ingenuidad...

Miras con disimulada obsesión la felicidad de plástico en la masa, el borreguismo que prima entre tus pares ¡y te emputece!, Te irrita la locura que desata un par de falsos senos y el poco disimulo en demostrar que así es.

De tanto en tanto tienes claro que no estas flotando en la nada, analizas todos y cada uno de los movimientos de los seres que te rodean, lo has hecho durante toda tu vida, pero hoy, ¡hoy! A días de cumplir tus 18 has descubierto algo sorprendente. Apoyado por tus largos apuntes de critica social has llegado a la conclusión de que la sociedad esta enferma. Si, si, lo mismo dice todo el mundo, pero tu has descubierto lo ignorado, pero evidente, algo que particularmente sufre el sexo masculino. La has bautizado: PERROSIS COLECTIVA...

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Han llegado al barrio nuevos vecinos, provenientes de un mismo vientre nacieron sanos y fuertes siete perritos quiltros. Luchando por sobrevivir dividieron sus caminos, algunos fueron adoptados, algunos murieron, pero tres de ellos aún vagan por las calles de Santiago centro, ganándose el respeto y admiración de sus colegas. Si se aburren del asfalto y las agitadas noches de patrulláje marchan en declaración de leva hacia los barrios residenciales de Brasil donde se encuentran con exquisitas cachorras de hogar y buena familia.

Dedican días enteros a sus conquistas, miran tímidos desde no muy cerca chicas de buen linaje que pasean con sus veteranas dueñas. Todos juntos he instintivamente se contornean incontrolados, babosean, se deleitan psicopáticamente sin disimulo ni discreción.

El asecho galanézco canino es ya inevitable, ellos saben lo que hacen, pero no se dan cuenta de “cómo lo hacen”, son rotos enamorados, son rotos callejeros, su pasión es la bohemia y el amor. Pero ¡uno solo!, Uno solo de ellos se llevara el trofeo de concebir con la cachorra de turno.

Se acerca a la plaza una estupenda coker paseada por un pálido chico, de mirada débil que viste una polera de “Canníbal Corpse”. Ella se ve segura de sí misma, audaz ante la leva, coquetona y jugadora, sin dejar el clásico toque fino de “perríta bien”. Él publico esta agitado, eufórico, tremendamente excitado, ¡locos!, ¡con la sangre atascada en el cuello!

Pero Ella : ¡no pesca!

Se rumoreaba que un perro del barrio mantenía algo con ella, pero nadie penso que este aparecería hirviendo en selos a buscar pelea. Se trata de un quiltro, pero igual no tiene mala pinta, bien cuidado y alimentado es “casi” un Pastor Alemán. El trío de hermanos se dispone fiero ante la provocación pero solo uno de ellos se acerca confiado de su choreza y cumísmo. Se contemplan con furia, se huelen y se miran a los ojos...

Algo les dice su instinto, en este mismo lugar los ex cachorros dieron sus primeros pasos, en este lugar se dividieron sus destinos, aquí quedo grabado hace ya cinco años caninos ese aroma que a ambos identifica. ¡Esta claro! Ellos son hermanos, pero les cuesta convencerse. Nadie dice nada, no saben si pelear o alegrarse, la coker solo mira desde escasos metros, impaciente, pues siente que llego la hora.

Un lapso entre el orgullo y la razón evita un feliz encuentro... ¡no hay tiempo! Callejero 1 ataca primero y “semi-cuico casi-pastor alemán” no se queda de patas cruzadas. ¡Se armo la batalla!, La plaza empieza a llenarse de polvo y los dos saben que esto debe terminar rápido, pero ninguno de los dos da su pata a torcer, la pelea se extiende hasta que una veterana del frente los separa con un predispuesto balde de agua. (Sabía que en algo lo tendría que ocupar) El polvo y los ladridos se disuelven en el ambiente pero la perrita coker se ve correr alejándose junto a un quiltro que jamas nadie había visto “ni en pelea de perros”, el tipo feo pero limpio, mueve su cola de felicidad mientras todos desde la plaza ven atónitos la escena, ignorando de orgullo la mediocridad de sus tácticas...

Nadie sabe que hacer, la jauría completa busca un hoyo donde esconder sus cabezas, en especial los luchadores sin disputa. Los segundos de derrota los acompaña una humillante pero no malintencionada risa. Es el chico Caníbal Corps que acaba de darse cuenta que el comportamiento humano es idéntico al animal, al de los perros, que la sociedad sufre PERROSIS COLECTIVA y aparentemente; ya no tiene vuelta.

No estas tan feliz por tu descubrimiento, lo sé. Te alegra ver que no siempre triunfa la bella cáscara. Es una pequeña satisfacción que te da a pensar que todavía no estamos tan cagados por la imagen aparente, por el muro del orgullo y por las patéticas conductas, dignas de quien sufre de perrosis.

Texto agregado el 25-03-2005, y leído por 318 visitantes. (0 votos)


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