Soy una estatua de sal, vivo desde hace 22 años al borde de un inquietante atlántico sur. Los hombres, antes de irse a tierras mas boreales donde corre libre el tapir, me encomendaron vigilar y prevenir del avance de los leviatanes que todavía no conozco.
Creo que la escritura, aunque se la domine apenas, sigue siendo la forma de expresión más certera. Algo quiero manifestar, es decir, esto de estar existiendo no es tan sencillo. Hay algo extraño y vertiginoso en respirar todos los días y saber que uno va a morir. Ustedes saben de qué hablo. Yo no soy escritor, por eso no tengo idea de nada, por eso mi estupidez puede llegar a ofenderles, y supongo que también por eso me resultó conveniente concluir que divagar es lo más serio que puede hacer el hombre.
Así que aprovecho el espacio para mostrar las palabras que a veces me gusta “ordenar”.
Si son de esos personajes que creen que el tiempo merece una buena utilización, no se detengan a leer lo que sigue.
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