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Rumores de bosque y ríos, inefable coro de sublimes himnos; la bruma
vagorosa de los mares, el hálito flotante del rocío, el humo abrasador
de los volcanes y los reflejos azulados del éter encendido son el
florecer del regocijo, que en el gran incensario del espacio, quemaba
el universo en un rito milenario. Girando sin cesar en el vacío, los
cielos azulados sonreían; la tierra era la desposada, el sol su
nupcial anillo; el Hombre, solo, mudo, triste, como el silencio que
precede al martirio, como la boca del abismo, roca gigante azotada por
el mar enfurecido, se inclina, silencioso, ante tanta grandeza,
sorprendido.
La semilla caída de la planta; los metales por el fuego derretidos;
las estrellas, eternas mariposas volando en torno de la luz divina;
todo tiembla de amor herido. Solo, el Hombre, con sus labios
calcinados que no se sacian en la copa del universo.
Los vientos celebran sus amores besando al océano en la mejilla; las
aves se decían secretos, volando por la selva florecida; la luz,
fecunda de eterna vida los mundos virginales con coloridas armonías.
Los astros, ardiendo de amoroso desvarío se envían besos de fuego, y
los devora desde sus entrañas la pasión, caliente fluido; y el Hombre,
mudo como el vacío, no entendía el lenguaje de las almas, y se
refugiaba en la sombra de su ser.
Contemplando en los mares una aureola de luz, sus resplandores, no
pudo evitar que una lágrima se desprendiera de su pupila;
ardiente gota de vida, refractó la lumbre de los soles; las tierras
abrieron sus labios; entreabrieron los pétalos las flores, y aquella
gota de eterna aurora fue un beso de eternas bendiciones. El Hombre,
mudo, solitario y triste, sintió el fuego de una mágica fruición, y
vio desprenderse de su sombra una llama de tibio resplandor; un rayo
de eterna esperanza, el perfume inmortal de la inspiración, la rima de
la luz y el amor; y el Hombre, mudo, solitario y triste, balbuceó un
himno de celeste amor, y exhaló desde su interior y en un solo grito, tu
nombre; y en el lenguaje de las almas, al ritmo del arpa del corazón,
cantó su amor; le cantó a tu alma.


JULIO TORREALDAY

Texto agregado el 07-11-2009, y leído por 130 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
07-11-2009 Quizá el fondo sea interesante, peo la presentación del mismo es caótica. Jamás había leído un enseyo (género que respeto y valoro) tan desordenado. 1*. Murov
 
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