La primera frase que Descerebrada recuerda dicha por la Chica es: "Yo soy 'tocona', pero no 'fresca'", mientras apachurraba a un hombre que sonreía algo perplejo. "Yo no soy 'tocona', pero sí fresca, meditó entonces Descerebrada, pero se guardó las palabras por pudor.
Por ese entonces, Descerebrada intentaba explorar otros sentidos para lograr superar el trauma de la pérdida olfatoria. Estaba decidida a recuperar una vida sexual saludable con olfato o sin él. Para esto, decidió que tal vez debía tocar a muchos hombres para tener una cierta intuición y reconocer cómo se siente el hombre adecuado sin entrar en compromisos.
Su exploración comenzó en el vagón del subterráneo en hora punta. Se colocaba estratégicamente delante de un varón y ocupaba cualquier frenada para pegar su cuerpo al de él. Cerraba los ojos y se concentraba en qué le provocaba el contacto. En general no le traía problemas. Los varones eran generosos con su espacio personal. No había quejas y sólo de tanto en tanto, insinuaciones indecorosas.
No obstante, la información no era suficiente. Sin olor, no había ningún rechazo inmediato, por lo que requería tiempos más largos de proximidad para determinar si ese otro podía constituirse, o no, en un encuentro sexual favorable.
Tal dilema la llevó a inscribirse en cursos de baile.
A disgusto, pero con rigor, se sometió a clases de bachata y salsa. Ahí conoció a la Chica.
"Vos soi muy elegante para venir a bailar bachata, asopá", le dijo la Chica y Descerebrada sonrió vagamente mientras intentaba recuperarse del trauma sufrido. Aunque reconoció que estaba en el camino correcto.